domingo, 11 de mayo de 2008

EL CÓDIGO SPINOZA


Una lectura de Baruch Spinoza desde Dan Brown.

En “Introducción al esquizoanálisis”,Gregorio Baremblit reconoce dos tareas fundamentales de esta ideología, concepción del mundo u ontología de la realidad construida por Deleuze y Guattari;a saber, una primera operación de raspaje (trabajo destructivo de las entidades de la superficie de registro que afectan el territorio en que se mueven los interesados) .Se trata de entender y denunciar la lógica con que el socius define. Esto supone un trabajo de distinción de lo establecido, de va- lores y preconceptos que afectan las singularidades.
Una segunda operación, consistirá en la invención de modos de vivir, criterios de valor, etc., que son particulares de la singularidad cuyo derecho a existir se procura revindicar. Cada agenciamiento/dispositivo se constituye en máquina de guerra que tiene por objeto defenderse de los ataques de la superficie de registro y/o destruir los equipamientos con los cuales la maquinaria represiva tiende a eliminar las singu- laridades productivo-deseantes.
Me propongo analizar la episteme que cierta forma “evolucionada” y progresista de la superficie de control ha tejido en torno de la obra del filosofo Baruch Spinoza, pro- curando trazar un cuadro caracterológico de los sujetos que intervienen, producen y ejecutan este modo generalizado de pensar al filósofo holandés.
Sostengo que Deleuze y Guattari nunca se propusieron redactar un antiguo y nuevo testamento del esquizoanálisis; por tanto las lecturas que de ellos hagamos deben renunciar a ser exegéticas. Defino exégesis (del griego exegomai: guiar) como la interpretación o explicación de los textos sagrados, y exegeta, como el interprete autrizado de ritos, costumbres sagradas, oráculos y escrituras.
Al decir de los textos capitales del esquizoanálisis, la superficie de producción genera todo cuanto existe a través de máquinas deseantes definidas como moleculares. La superficie de registro organiza la superficie de producción generando entidades
molares: selecciona, acepta, captura o reprime. Toda superficie de registro-control tiene una tarea específica dentro del campo del conocimiento: generar una episteme adecuada a sus necesidades que garantice su desempeño en la realidad.
Episteme es el nombre que damos al discurso que determinada organización (un socius) tiene respecto de la realidad: es decir, la verdad que una estructura social, política, económica, institucional, intenta sustentar. Verdad es, en palabras de Foucault, el saber que un grupo de personas comparte y decide que es verdadero (lo que llamaríamos una creencia).
Cuando leemos un filosofo de la complejidad de Spinoza tendemos a hacerlo desde alguna de las epistemes dominantes…es inevitable. La lectura deleziana, la que hacen Toni Negri o Agamben conforman el sustrato teórico desde el cual un cierto grupo social decide que es “verdad” en la obra de Spinoza.
Deleuze construye una episteme spinoziana acertada a los fines de su teoría(o como quiera llamarse a lo que hace) pero su lectura no es la única posible: la realidad es, en su pensar, infinita: superficie de producción que deviene según el modelo del rizoma (que dicho sea entre paréntesis, como cualquier estudiante de botánica sabe, no es una raíz infinita: sólo es un poco más larga y ramificada que otras). Entonces, si la realidad es infinita, las lecturas que hacemos de ella, también debe- rían ser infinitas; pero, como sabemos, esto no es así: la interpretación de Spinoza, más allá de los límites de la modernidad es apabullantemente univoca, carente de pluralidad una única raíz, apenas rizomática que se basa en la exégesis sagrada de los textos del profeta Deleuze. Sin animo de desmerecer a estudiosos de la talla de Agamben o Negri, lo que generó Deleuze fue un siempre renovado rizoma de epígo- gonos (literalmente, quien sigue las huellas de otro, especialmente en cuanto a lo que se refiere a escuelas u estilos. Según Iuri Tinianov, un formalista ruso, epígono es una mala copia del original, aquel que no puede construir un pensamiento propio u estilo y por eso camina por los pasos del maestro sin salirse de la línea prefijada). De más está decir que la mayoría de los seguidores de Deleuze y Guattari no cum- plen con la premisa fundamental del esquizoanálisis: cada uno lo hace a su manera, a partir de la inserción social que tenga y de la causa con la que se halle comprometido.
Cualquiera sea la lectura que intentemos esta debe cumplir ciertos requisitos, necesarios para garantizar un conocimiento adecuado del filosofo que nos ocupa: elementos generales y claros que permitan un acercamiento a los escritos de Spinoza como lo que son: textos filosóficos. Para ello, debemos poseer datos precisos acerca de quien fue, que hizo, como lo hizo y en que momento en particular; ubicarlo en el contexto de la historia de la filosofía rastrear a quien le estaba contestando, contra quien sus obras se erigen como máquina de guerra(alguien me dijo alguna vez que todo filósofo escribe para contestarle a otro; Spinoza no es la excepción),evitar pre- juicios, preconceptos, lecturas anteriores a la lectura del autor: leer a Spinoza desde Spinoza, su época, corriente de pensamiento ,posturas estéticas contemporaneas, ubicación geográfica, sin mas, evitar leerlo como si se tratara del “Código Da Vinci” o “El nombre de la rosa”,es decir, fuera de la superficie de control.
Me parece que es el momento propicio para construir el cuadro caracterológico del lector postmoderno de Spinoza y sus prejuicios. Nuestro hipotético lector es un sujeto que ha traspasado los 40 (aunque los hay menores),profesional de clase media, hombre o mujer “de izquierda” que participó del cacerolazo del 2001;fue reprimido por la policía en una manifestación en la que apoyó a los piqueteros en su lucha contra el capital; un piquete en la ruta le destrozó el parabrisas, actualmente no sabe “que hace el gobierno con esos delincuentes extorsionadores pagados por la derecha”; intentó con “Imperio” de Toni Negri e hizo un curso de filosofía con Tomás Abraham en el centro cultural Ricardo Rojas; siguió a La organización negra, La fura ,De la guarda y Fuerza bruta; cree en Fidel, Evo y Chávez; tiene en su biblioteca ”La ética” y “El tratado teológico-político” aún si leer; se informa oyendo a Lanata; afianza sus múltiples saberes leyendo Página 12 y la revista Ñ. Se analizó psicoanalíticamente…ahora toma flores de Bach y practica pilates; votó a Alfonsín y la alianza...siempre se arrepintió.
Conformado este somero retrato, se impone concentrarnos en el saber-creencia-prejuicio que ostenta este lector hipotético de Spinoza:
1. Cree que Spinoza es un autor casi desconocido, evitado por las cátedras universitarias que durante siglos han intentado ocultar la originalidad de su pensamiento (argumento paranoico asentado en la lectura del “Código Da Vinci” o alguna porquería semejante).
2. Se encuentra convencido de que la no lectura de Spinoza en las universidades se debe a la maléfica intervención de la iglesia católica, especialmente del Opus Dei que en campamentos secretos en Extremadura, prepara monjes encapuchados ninja capaces de asesinar para proteger al mundo occidental y cristiano de la amenaza heresiarca spinoziana (aquí la patología es mas grave: curiosa mezcla entre Dan Brown, Umberto Eco, Página 12 y varios siglos de iluminismo…Freud incluido).
3. Sostiene que Spinoza fue censurado y perseguido por sus ideas acerca de la ausencia de inspiración divina en las sagradas escrituras: todo esto se debió a las brumas de la edad media, los monjes escolásticos y la persecución de la inquisición que estuvo a punto de quemarlo varias veces (irrefutable: un pastiche increíble entre la película “El nombre de la rosa” y varios bochazos consecutivos en historia de segundo año).
4. Tiene alguna remota idea,”absolutamente fundamentada” acerca de que Spinoza vivió una vida de pobreza, rechazó cargos, honores y prebendas, pulió lentes (muchos creen que hacia anteojos) fue casto y frugal y murió de tuberculosis (enfermedad de las pasiones tristes).Admira estas características sólo en él y lo convierte en un “santo laico”.
5. Pontifica el bien fundamentado ateismo de Spinoza, idea sostenida por la noción de atravesamiento sociocultural que le impediría utilizar otra palabra más que “DIOS”. Justifica este “uso lingüístico” en la infancia de Baruch junto a su padre rabino, la presión de la iglesia católica holandesa y la constante amenaza de la inquisición.
6. Cree fervientemente que Spinoza fue redescubierto por Gilles Deleuze en los años 60, a instancias de su amigo Michel foucault; que hasta ese momento la conjura judeo-cristiana lo había mantenido oculto; que los libros de historia de la filosofía no hacen mención a él; y que fue el paladín de la inmanencia frente a el “aterrador avance de la trascendencia “.

Frente a un cuadro de tales características, ¿cómo llevar a cabo la demolición del “aparato teológico-político-Página 12 / Revista Ñ”?; ¿desde dónde leer semejante entramado de imprecisiones histórico-filosóficas?; ¿cómo librar a la figura de Spinoza de los prejuicios que le adjudica la postmodernidad?

Comencemos por el principio: Spinoza es un filósofo leído por las cátedras universitarias mucho antes de la llegada de Deleuze al mundo. No es, como muchos piensan, un autor desconocido o ignorado, tampoco es real que nunca halla tenido “buena prensa”: los estudios sobre su obra llenan bibliotecas desde el siglo XVIII.
Resulta extraño pensar que Deleuze lo haya descubierto como algo novedoso, que no se leía en los claustros franceses, cuando en la universidad de Bs. As, durante los años 60, la cátedra del profesor León Dujovne (autor de un monstruoso tratado en cuatro tomos sobre la vida, obra e influencia de Spinoza en la cultura moderna) dedicaba un cuatrimestre completo a la enseñanza de este autor. En Argentina, Spinoza se estudió bajo gobiernos civiles y militares…y, sin ir mas lejos, los libros que utilicé para estudiar filosofía en cuarto año de la escuela secundaria dedicaban un capítulo al estudio de este filósofo (aclaro que no estudié en el nacional Bs. As ni en el Carlos Pellegrini sino en un colegio de monjas franciscanas en una de las zonas mas pobres del gran buenos aires ) ; o bien nosotros estábamos muy avanzados o los franceses muy anquilosados ( tantos siglos de ilustración pueden quemar las neuronas mas brillantes ).
En cuanto a la intervención de la iglesia católica en la “prohibición” de Baruch Spi- noza en las cátedras universitarias, el argumento se desvanece cuando nos enteramos que la UCA y la Universidad del salvador, dos universidades católicas, lo enseñan en sus programas de filosofía. Incluso la UNSA tiene una cátedra spinoziana desde hace veinte años donde se lee en su bibliografía obligatoria a Deleuze...Un dato curioso, el hospital escuela de la universidad Austral (institución dependiente del opus dei) posee una cátedra de ética médica en la cual se lee ¿a qué no saben a quien?...acertaron, a Spinoza (de ahí a que lo entiendan es otra cosa).
Pese a que su propia comunidad dictó contra él la acusación de herejía cuando contaba con 23 años y ninguna obra escrita…y fue execrado y maldecido, las universidades hebreas leen su obra y es respetado por judíos practicantes y no practicantes.
La única persecución concreta que Spinoza sufrió fue la de su propia gente: la comunidad hebrea de Ámsterdam; y aquí nuestro hipotético lector parece no equi- vocarse: rechazó la Biblia como texto de inspiración divina, pero reconoció la fuerza de la misma como guía moral de los menos instruidos. El joven Baruch había estudiado a fondo el talmud, la Biblia, la cábala, el pensamiento de Maimónides, Gersónidas, Descartes y Tomás de Aquino; tal eclecticismo, sumado al apego por las ciencias son los que le valieron el herem. Algunos autores sostienen que la comunidad judeo-holandesa recibió presiones para condenarlo, pero no alcanzan a explicar que interés pudo tener para el poder político un joven de 23 años que no había publicado aún ningún escrito…Elemental, dirá nuestro lector…negó la divinidad de la Biblia, dijo que la habían escrito hombres comunes y corrientes…eso seguramente molestó a la iglesia…y la iglesia y el poder…ustedes saben.
Nuestro despabilado lector seguramente ignora que durante el siglo XVII, el problema del origen e interpretación de las escrituras era moneda corriente en las disputas teológicas: el cisma protestante había dividido al cristianismo en tres grandes movimientos: católico, luterano y calvinista. El problema de la libre interpretación de las escrituras fue una de las causas de la ruptura de Lutero con la iglesia católica. La llamada “segunda reforma” durante el siglo XVII provocó en Europa y especial-mente en los países bajos una sacudida en los cimientos doctrinarios de las tres iglesias reformadas: un conjunto de movimientos religiosos independientes brotados de este mismo tronco se volvió contra sus iglesias madre acusándolas de hacer las cosas a medias y ser inconsecuentes con la reforma planteada al momento de la ruptura con la iglesia católica. Entre esto movimiento hallamos a menonitas holandeses, cuaqueros, labadistas, socinianos, y diversos místicos y profetas.Todos profesaban la no divinidad de la Biblia y su libre interpretación. Tras su herem, Spinoza se halló próximo a una secta liberal llamada “los colegiantes”, su participación en este grupo se trató, más bien de una asesoría filosófica. El llamado circulo spinosista estaba conformado por un grupo de amigos del joven Baruch, todos ellos alejados de las iglesias reformadas mayores, que se reunía en Ámsterdam a mediados de los años 50.La actividad no se interrumpió hasta la partida de este hacia Rinjsburg en 1660.De la cooperación con este grupo surge el primer escrito del autor:”Corto tratado sobre Dios, el hombre y su estado bienaventurado” ”La mayoría de los miembros del círculo, no se consideraban a si mismos como cristianos: sí, creyentes en un Dios, teístas y místicos, dueños de una religio naturalis deísta fuertemente influenciada por Descartes.
El cartesianismo, influenciado por algunas versiones del sermón de la montaña, las epístolas de Pablo, la patrística medieval, la tradición de Erasmo y Coornhert, el libro de las revelaciones y la mística neerlandesa configuro un cóctel explosivo que alimentó los movimientos religiosos entre los cuales circuló el joven Spinoza. El calvinismo, iglesia predominante en Holanda pero no aliada al poder político, condenó abiertamente esta mezcla entre razón y fe. Sin embargo un importante teólogo calvinista, Johannes Cocceius, realizó tentativas de infiltrar el pensamiento cartesiano en la exégesis racionalista de las escrituras.
¿Se explica el herem de Spinoza por el problema de la interpretación bíblica?; evidentemente no. ¿Pero, qué es un herem?; es básicamente un castigo tipificado que la autoridad de la nación, ejercida por los Parnassim, se reserva para la preservación de su integridad interna. Toma formas y niveles graduales que culminan en la schamatta, separación total y definitiva. En el herem del 27 de julio de 1656 la comunidad judía holandesa expulsa al joven Baruch a una separación total de sus tradiciones y comunidad. La ceremonia carece de la grandiosidad inquisitorial que la tradición le ha adjudicado: no voces ceremoniosas de los ancianos, no invocaciones al Dios de Abraham, no luces de vela ni el embriagador olor de la cera, solo un papel, un documento manuscrito sobre el escritorio de la escribanía de Neveh Salom, un acta notarial que debe ser firmada…sólo eso. El texto expulsa pero no explica. La causa principal es el miedo de la comunidad judía holandesa frente a sus nuevos pensadores, filósofos y teólogos que abandonan las leyes de su pueblo para ponerse a pensar desde otro sitio: miedo al pasado en España y Portugal, miedo a chocar con los calvinistas o con el estado, el temor “una tristeza inconstante nacida de la idea de una cosa futura o pasada de cuyo resultado dudamos de algún modo” (Ética III, prop XIII).Desde la tradición de un pueblo perseguido, la cautela se presenta como una virtud a ser considerada. La schamatta del joven Spinoza es una medida “cautelar”, forma de dejar en claro que la comunidad judía de Ámsterdam no puede aceptar ningún tipo de alejamiento de la tradición. La condena se da dentro de un contexto: hacia 1636 se produjo entre los rabinos de la comunidad de Ámsterdam una disputa de carácter teológico referida a si el castigo post mortem para los pecados graves era eterno o no. Los no-eternalistas sostenían que Dios, en su infinita misericordia, salvaría incluso a los cristianos. Para los eternalistas como Saúl Levi Morteira y Menasseh Ben Israel (maestros de Spinoza) el alejamiento de este principio enemistaría a cristianos y judíos…el miedo se relacionaba con un reglamento de 1619 encargado por el gobierno de Holanda a Hugo Grocio. Este documento legisla que los judíos mayores de edad debían hacer una declaración respeto de su fe (quede claro: afirmarla, no negarla).A la luz de este documento el temor de los rabinos de que las autoridades cristianas tomaran medidas contra quien negara su religión y por consiguiente contra toda la comunidad parecería justificada. Sin embargo en 1656 las cosas habían cambiado considerablemente: ese mismo año el gobierno de Holanda declaró que la filosofía era algo enteramente diferente de la teología y estableció plena libertad de indagación filosófica. En el caso Spinoza los rabinos de Ámsterdam actuaron en franca oposición con la política liberal del gobierno. Lo cierto es que la colectividad no quería contar entre sus miembros a deístas y filósofos por un motivo político diferente. Entre 1656 y 1657 se produjo en Inglaterra un importante debate sobre la readmisión de los judíos. Menasseh Ben Israel había viajado a Londres para predisponer a Cronwel a favor de los judíos. La idea era convencer a los ingleses de admitir a los judíos antes del fin de los tiempos, para lo cual resultaba decisivo mostrar que no había disidencias entre ellos. La idea del fin de los tiempos estaba instalada entre cristianos y judíos a partir del clima milenarista vivido en la Europa del siglo XVII. ¿Porqué en ningún momento he nombrado a la iglesia católica?, básicamente porque en la Holanda del siglo XVII era casi inexistente. Una pequeña anécdota relatada por David Franco Mendes un por- tugués llegado a Holanda en la última década del siglo XVI puede ser de suma utilidad para aclarar la posición de los católicos holandeses. Narra el autor de “Memoria do estabelecimento” que se habían congregado los pocos judíos Portugueses y españoles de Ámsterdam a celebrar el santo día del kippur .Esta reunión despertó la curiosidad de los vecinos que, sospechando que los congregados eran católicos, acudieron a denunciarlos al oficial mayor que envió guardias a detenerlos. Al llegar al lugar y allanar la casa se dieron cuenta que se habían equivocado y, alentándolos a proseguir les prometieron su protección,”ya que no eran de la secta a la que se oponían”. Spinoza no fue perseguido por los católicos, simplemente porque, en Holanda, los perseguidos eran los católicos. Hasta aquí nuestro lector ha permane- cido en silencio…pero sus quejas se hacen oír:”luteranos, calvinistas, católicos, menonitas o testigos de Jehová…no importa el nombre…son todos lo mismo”… ¡bravo! ¡Un argumento digno de Cicerón!
Pero nuestro lector no está dispuesto a ceder un palmo:” ¿y la inquisición que tanto persiguió a Spinoza?, ¿y las brumas de la edad media? En cuanto a la primera pregunta sería interesante explicar a nuestro interlocutor algo que fácilmente podría leer en cualquier manual de historia: la inquisición o tribunal de la santa fe era un orga- nismo político-religioso dedicado, casi exclusivamente, a salvaguardar la alianza entre el estado y la religión. Se constituyó en brazo armado de países con reyes católicos y dependió directamente de estos. Las aberraciones que cometió rara vez tuvieron por motivo real causas religiosas sino, mas bien, cuestiones de tipo económi- cas. Para la época en que vivió Spinoza, el único país en el que tenía alguna influencia era en España: Holanda nunca conoció los horrores de la inquisición. En cuanto a la segunda pregunta: ¡estudia historia, hermano…estamos hablando del siglo XVII!; larga los DVD y “cacha lo libro” que no muerden.
Spinoza nació en Ámsterdam el 24 de noviembre de 1632, descendiente de una familia sefardí proveniente de Portugal, pero oriundos de Espinosa de los monteros, en Burgos. Su familia emigró de España a Portugal por la persecución imperan- te y luego, nuevamente a Holanda, capital de la tolerancia racial, política y religiosa. Tras el forzoso alejamiento de su comunidad, vivió pobremente dando clases particulares, puliendo lentes (algo que hacían muchos filósofos desde la aparición de la ciencia de la óptica) y de una pequeña renta que su amigo Jan de witt le había conseguido. Murió a los 45 años a causa de la tuberculosis. Llevó una vida dedicada al estudio, la castidad y la meditación…todas ellas virtudes que nuestro lector no deja de admirar…en Spinoza. Si Spinoza no fuera un famoso filósofo sino su hijo, lo a cagaría patadas en el culo, lo enviaría urgente al psicólogo, se encargaría personalmente de que se dedique a cosas útiles abandonando esa visión romántica y pelotuda del mundo y le buscaría una profesional del rubro 59 (no sea cosa que se haga puto).Si Spinoza no fuera un “hereje ateo expulsado por sus correligio-narios”, lo consideraría un talibán fundamentalista que habla todo el tiempo de Dios. Si Spinoza no fuera Spinoza y Deleuze no hubiera escrito sobre él… ¿quién sabe?, quizás no estaríamos entablando esta discusión.
El ateismo que nuestro lector ecuación Página 12-Revista Ñ adjudica a Spinoza es un tema que merece un análisis detallado. Como en materia de religión y filosofía to-dos creen saber de que hablan, no esta de mas delimitar algunas cuestiones:

1. Llamamos ateismo (de “a”: negación y “theos”: Dios) a la postura teórica que niega la existencia de Dios o la mera posibilidad de conocer su existencia; algunas escuelas consideran que la sola idea de Dios es un concepto carente de sentido.
Son teóricamente ateas aquellas posturas cuyos fundamentos reposan, el monismo materialista e incluso ciertas formas del panteísmo. El ateismo práctico es la visión del mundo que excluye positivamente la idea de Dios. El ateismo postulatorio supone que la negación de la existencia de Dios es una premisa o postulado del propio sistema (el caso de Sartre).
2. Con el nombre de teismo (de “theos”: Dios y el sufijo –“ismo”) denominamos a la doctrina que sostiene la existencia de un Dios personal, único, trascendente al mundo y creador del mismo. Los teístas sostienen que es posible conocer tanto la exis- tencia de Dios como su naturaleza y atributos. Se apoya en la llamada teología na- tural que propone el conocimiento de Dios a partir de la razón y recurriendo a la analogía.
3. El deísmo (del latín “deus”; Dios) se considera una postura intermedia entre el ateismo y el teismo. El deísta accede a la creencia de Dios no según las enseñanzas de la revelación sino tal como admite la sola razón natural: Dios se concibe sólo como creador e impulso inicial del movimiento del universo, como un relojero que pone en marcha el mecanismo de un reloj; no es un Dios personal. El deísmo se identifica con una religión natural-racional. Su difusión, en la época de Spinoza se debió sectas cristianas opuestas a la autoridad eclesiástica como los socinianos y antitrinitarios.
4. El agnosticismo (del griego “agnostos” de “agnoein”, no saber, ignorar) supone la afirmación de que no hay que creer en aquello para lo cual no existen suficientes pruebas racionales; de lo cual se desprende que no es posible afirmar racionalmen- te la existencia de Dios ni su no existencia.
5. Por último, llamamos panteísmo (de “pan”: todo y “theos”: Dios) a la doctrina que afirma que “todo es Dios” e identifica a Dios y el mundo. El panteísmo es una creencia propia de los sistemas emanatistas (Plotino), el idealismo absoluto (Schelling, Hegel) o de los que propugnan la existencia de una sustancia única (Spinoza). En su versión acosmista, el mundo es una simple manifestación de Dios. Las versiones “ateas” (las comillas están por algo) sostienen que la única realidad es la naturaleza y Dios un principio interno que da unidad o conciencia.
¿Es ateo Spinoza?, si lo es, es un ateo bastante extraño. Spinoza toma de Descartes el concepto de sustancia, aquello que se piensa a si mismo y existe por si mismo y que, en consecuencia, es la razón o la causa de si mismo. Sólo Dios es sustancia y sólo existe una única sustancia o ser “absolutamente infinito” que consta de infinitos atributos ,existe necesariamente ya que su esencia implica su existencia y es la causa necesaria de todo cuanto existe; todo lo que existe es, por tanto Dios mismo. ¿Es teísta?, no, porque su idea de Dios no es la de un Dios personal trascendente; sin embargo, considera posible conocer su naturaleza y atributos a partir de la ra- zón. ¿Deísta, entonces?, sólo tangencialmente: llega al concepto de Dios eludiendo la revelación, a través de la razón natural. Durante su juventud estuvo cerca de gru- pos deístas y como ellos rechazó la autoridad eclesiástica.
¿Es agnóstico? Difícil decirlo; no sostiene la imposibilidad de afirmar racionalmente la existencia de Dios; de hecho afirma lo contrario, pero desde una cautela filosófica que caracteriza toda su obra. ¿Es esa cautela condición esencial para que nuestro lector dictamine el “atravesamiento cultural” que impide a Spinoza abandonar la idea de Dios y declarase ateo? Improbable. Nunca se declaró ateo o creyente…mucho menos agnóstico (el vocablo no existía). En su infancia practicó el judaísmo y en su juventud estuvo cerca del cristianismo, pero evitó las religiones en un intento por no perder su libertad intelectual. En la Ética llega a decir:”El hombre sólo ama a Dios si tiene libertad intelectual y la pone en práctica”. El panteísmo de Spinoza es ese “panteísmo ateo” que ya entrecomillamos, el Deus sive natura (Dios o la naturaleza)…expresión a la vez monista (doctrina acerca de que todas las cosas son una) y panteísta (Dios y la naturaleza son una misma cosa).
Escucho las quejas de nuestro lector:”un hombre tan inteligente como Spinoza no puede creer en semejante pavada…seguramente esconde su pensamiento intentando no ser condenado por la iglesia, la inquisición y los monjes ninja de Escrivá de Balaguer”.Adjudicar el problema de Dios en Spinoza al miedo a la persecución es no conocer la vida de Spinoza, ni su contexto histórico(no inquisición, no iglesia católica, ni monjes encapuchados).En cuanto a la educación judaica de nuestro autor, de más está decir que ejerció una fuerte influencia en su pensamiento; pero como nuestro lector confunde una y otra vez filosofía y religión quizás convenga recordarle que Baruch Spinoza fue un filósofo dentro de una tradición filosófica que venía desde mucho tiempo atrás ocupándose del problema de Dios a través de la metafísica. Recurrir a recuerdos, vivencias y aprendizajes infantiles para justificar el uso de la palabra Dios en su obra no sólo es infantil…es algo mucho peor: es freudiano.
Spinoza analiza en su obra un Dios basado en la razón, un Dios cartesiano, no un señor barbudo sentado en un trono celestial repartiendo recompensas y castigos como si se tratara de un psicólogo conductista: esta visión nada tiene que ver con la visión de Spinoza.
El problema de la existencia de Dios es un problema corriente en la filosofía…no es cuestión de creencias o creyentes, sino de someter a los rigores de la razón una problemática propia del ser humano y anterior a toda religión. Es el siglo XX y no Nietzsche quien decreta la muerte de Dios en la filosofía: el último de los hombres es aquel que se niega a continuar pensando aquello que lo cuestiona y en el nombre del pensamiento débil decreta su caducidad como tema filosófico…Dios no es un problema para la filosofía actual porque resulta exageradamente complejo y en la era de la derrota del pensamiento lo difícil es remplazado por lo fácil dicho de tal manera que resulte incomprensible.
Baruch Spinoza es, filosóficamente hablando, un racionalista es decir aquel que sostiene una actitud de confianza en la razón, las ideas y el pensamiento, exalta su importancia y los independiza de su vinculo con la experiencia. El racionalismo moderno (Descartes, Spinoza, Leibniz) representa una visión general del mundo ordenada, racional, geométrica y estable, basada en el pensamiento metódico (de la duda o el more geométrico), la claridad de las ideas (principio de evidencia), y la creencia en la estabilidad de las ideas (doctrina sobre la sustancia), acompañada en el terreno de las artes por el clasicismo. El clasicismo representa la estabilidad del ser, mien- tras que el empirismo representa una visión dinámica y cambiante del mundo más cercana al barroco: la confusión dinámica del devenir. Las principales doctrinas racionalistas son la afirmación de la existencia de las ideas innatas, la coincidencia entre pensamiento y realidad, la idea de que el conocimiento es deductivo (como en las matemáticas) y el carácter fundamental de la sustancia.
El método utilizado por Spinoza (more geométrico) es propio de los racionalistas: estos consideraban el método deductivo como ideal y la axiomatización euclidiana propia de la geometría les parecía el modelo más perfecto de toda demostración a partir de definiciones.
Otra vez me parece escuchar las quejas de nuestro lector: ¿y el histórico-social?
Spinoza es un racionalista pero es muy distinto de Descartes… ¿el histórico-social no tiene nada que ver con ello? Supuesto pero no aceptado que nuestro lector halla leído ambos filósofos y se encuentre en condición de compararlos, vamos a aceptar su sugerencia y estudiar las coordenadas histórico-socioculturales de la producción de subjetividad en el contexto spinoziano.
El primer periodo de la modernidad, el renacimiento (siglos XV y XVI) se caracterizo por ser un momento crítico respecto del período pasado (la edad media).Simplificando a niveles elementales, ya que el medioevo es largo y encierra una multitud de fenómenos y matices, diremos que la actitud fundamental es su visión sagrada del mundo y de la vida dirigida hacia la divinidad. El renacimiento vuelve su mirada al mundo y la naturaleza, centrándose en el hombre y la realidad profana. Pero Spinoza no es un hombre del renacimiento, su mundo es el de la Holanda del siglo XVII… un mundo caótico y cambiante, barroco en todos sus aspectos.
El barroco es una teoría estética caracterizada por la opulencia de las formas y la tensión entre contrastes irreconciliables. Lo sagrado y lo profano conviven sin contradecirse como elementos que se multiplican: carpe diem (vive el día) se armoniza con memento mori (recuerda que morirás).La grandilocuencia, la vanidad y la cursilería se aúnan con la reflexión acerca de la fugacidad del mundo.
Políticamente el segundo tercio del siglo XVII es la época del declive de la hegemonía española, de la guerra de los treinta años y la paz de Westfalia que pone fin a la guerra y concede a la republica de las siete provincias la independencia .
El barroco es momento de luces y oscuridad, de riqueza y pobreza, de antropocentrismo y mística. El gran tema en la filosofía de Spinoza es la libertad, y de muchas maneras su contexto le brinda libertad para pensar:”es libre quien se guía sólo por la razón” dirá nuestro filósofo, la libertad no es cosa de la voluntad humana sino del entendimiento. El hombre, parte de la naturaleza naturada, despliegue de la naturaleza divina según razones y causas necesarias, esta también él sujeto a la necesidad; es extensión tanto como pensamiento y por consiguiente sometido a la ley del “reposo y movimiento”.Si el hombre se cree libre, es porque ignora las causas que lo determinan. La libertad no es sino lucha contra la ignorancia y los prejuicios: libertad de pensamiento. La esencia del hombre, igual que la de Dios, radica y se expresa en el conatus, término latino que significa esfuerzo y Spinoza lo utiliza como el esfuerzo de una cosa a perseverar en su ser, esfuerzo o potencia que identifica con la esencia misma de la cosa. En el hombre lo explica como el deseo humano de vivir con felicidad.
Pero nuestro lector aún no esta conforme e insiste:”no es posible que Spinoza crea en Dios porque su visión del mundo y las cosas es inmanente mientras que la idea de Dios es trascendente”.No asustarse…nuestro lector repite una formulación leída en algún articulo de la Revista Ñ.
Primero: Spinoza no cree en Dios…Spinoza somete la idea de Dios a los rigores de la razón; no es un piadoso creyente, es un filosofo.
Segundo: en Spinoza la idea de Dios es inmanente, ¿pero que significa esto?
Inmanente es todo aquello que se sitúa en el interior del mundo, dentro del límite de la experiencia humana. Cuando se opone explícitamente a lo trascendente, subraya que no existe un orden de cosas distinto, que esté más allá o por encima de lo que se denomina universo. Trascendente es, básicamente, lo contrario. La palabra deriva del latín transcendens, lo que sobrepasa o supera. En general, lo suprasensible, aquello se halla ubicado más allá de la experiencia sensible. La identificación de lo inmanente con algo positivo y de lo trascendente con algo negativo es realmente curiosa: ambos términos sólo tienen valor si se los remite a su contexto filosófico. Dentro de la historia de la filosofía, Platón e incluso Aristóteles (mas uno que el otro) mantienen una postura filosófica frente al mundo y la verdad que podemos llamar trascendente. Spinoza rechaza la postura de Platón y Aristóteles, cosa que el racio- nalismo moderno (que postula la inmanencia del objeto filosófico) venía haciendo desde Descartes. Refutar a Platón era algo así como un deporte continental por los días en que Spinoza comenzó a filosofar. Cuando nuestro filósofo plantea una visión inmanente de la filosofía lo que hace es continuar con el método propuesto por su maestro Descartes. La lectura deleuziana respecto a que llama planos de inmanencia y trascendencia se construye sobre una lectura contraria al platonismo y neopla- tonismo propia de Spinoza y Nietzsche. Ahora bien, que Spinoza se peleara con Platón resultaba coherente: desde el renacimiento, la filosofía rebosaba de neoplató- nicos. Otra cosa muy distinta es pelearse con el pensador griego en el siglo XIX… pero como sabemos Nietzsche era filólogo y en muchos aspectos vivía en otro mundo: ¿acaso su Dios ha muerto no es una resonancia de la frase que decía el oficiante de los cultos órficos? Pero… ¿Cómo explicar el match filosófico de Deleuze con el discípulo de Sócrates en pleno siglo XX?
Hace unos cuantos años, cuando cursaba la materia “introducción a la filosofía” con Alberto Ivern (licenciado en filosofía y maestro de mimo), compartía el aula con alumnos de la carrera de historia; estudiábamos “La republica”, un texto de Platón. Un compañero de historia interrumpió la clase considerando al griego, un aristócrata fascista, un imperialista enemigo de las instituciones democráticas, esclavista y peredrasta. Ivern lo observó perplejo para luego acercarse a él realizando la rutina de la soga (típica del mimo placero), lo besó en la frente y le dijo:
-Nene, Dios te conserve la virginidad filosófica.
Algo similar me sucede cuando, escuchando a nuestro hipotético lector, percibo su enojo con un filósofo al que no leyó ni desea leer. No debemos caer en el error de Althusser aplicando categorías actuales a épocas pretéritas.
Si nuestro lector pudiera entender que inmanente y trascendente son categorías que no implican una creencia se daría cuenta de un par de cosas:por ejemplo que todas las formas de soteria a las que es tan afecto(astrología, tarot, cartas,astrales,horos- copos,etc)implican la idea de trascendencia(algo ajeno al mundo sensible);incluso la cultura oriental(ante la que cae en éxtasis) supone tanto lo inmanente como lo trascendente:así como Platón sostiene la idea de un mundo ajeno al mundo sensible (el mundo de la razón),los budistas ven a la realidad como un engaño, un velo oscuro que cae sobre la verdad.El desapego es la forma de trascender ese mundo engaño- so .Como para el budismo la trascendencia nada tiene que ver con algo parecido a Dios, trascender es abandonar este engaño llamado mundo sensible que nos ata a la rueda de samsara (el incesante ciclo de la reencarnación) hasta expiar el karma (la equivocación y la falta) para fundirnos con el universo(que no es el universo sensible de la filosofía occidental).
Para el taoísmo, tao (el camino, la vía) está al mismo tiempo dentro y fuera del mun-do; trascendente e inmanente.
¡Que mundo curioso éste que no se parece a una película de Sergio Leone!; mundo curioso que lleva a Pablo, el fundador del cristianismo, a decir de Dios “en él vivimos y somos y nos movemos”... ¿no es eso inmanencia en una visión trascendente?
Pero, ¡atención!, quien busca, encuentra: nuestro lector acaba de hallar algo más con que joder: si todo es como se dice ¿porque Spinoza demuele y desmantela el edificio metafísico-teológico que llega hasta el siglo XVII y construye una ontología en lugar de una ética?
Sean de quien sean estas palabras (y no son de nuestro lector, claro está) no dejan de ser inspiradoras.
Antes de continuar se impone definir la diferencia existente entre metafísica y ontología.La metafísica o filosofía primera es la ciencia teórica(en oposición a las ciencias practicas y productivas)que trata de las sustancias inmutables; como ciencia del ente su objeto es el ser, el concepto más fundamental y general que puede pensar el entendimiento humano.Ontología es el estudio del ente, entendiendo por tal lo existente en cuanto existente.Se ocupa de la característica mas común de todo cuanto existe, el ser,e intenta responder a la pregunta de que es necesario para que algo sea o exista y si hay diversas maneras de existir o ser.
¿Porqué a nuestro lector la palabra metafísica le huele a las brumas de la edad media, mientras que halla más gratificante hablar de ontología? La filosofía escolastica, sobre todo el tomismo, construyo la cristianización del pensamiento aristotélico, fundamento de la justificación racional de la teología. Es en el siglo XVII que este sentido de la palabra entra en el vocabulario filosófico con el nombre de ontología. Ambos términos son difíciles de diferenciar. Cuando nuestro lector adjudica a Spinoza tareas de demolición esta hablando, aunque no lo sepa, de la relación entre metafísica y teología. El concepto de teología, ciencia o reflexión según métodos racionales sobre la fe aceptada por revelación, se apoya en la distinción entre razón teórica y razón práctica para permitir a la inteligencia el examen crítico de aquello que acepta por fe.
¿Demuele algo Spinoza? En lo que a mi humilde opinión se refiere procede como un filosofo: construye una ética que precisa de una nueva ontología (que prescinde de una teología).La ética, se considera una ciencia practica en cuanto estudia las praxis propias de la conducta humana. La ética spinoziana no es deontología (discurso so-bre lo que debe hacerse), sino una teoría política. El fin del estado no es distinto al del individuo: mantener el derecho que todos los hombres tienen a perseverar en su propio ser, a ser verdaderamente libres. La libertad que se logra por el conocimiento, es también libertad de obrar racionalmente, moralmente. Tal libertad no se consigue en estado de naturaleza, son necesarios el orden social, el derecho o la autoridad política como una exigencia misma de la razón. Si por algo gano enemigos Baruch Spinoza fue por sus ideas políticas. Frente a sistemas monárquicos basados en principios teológicos, presentó a la democracia como único sistema capaz de acrecentar el conatus del hombre.
En lo que a mí respecta quisiera darle a nuestro hipotético lector un sencillo consejo: que abandone la lectura de Deleuze y lea a Spinoza. La lectura no es sencilla; Bergsón sostiene que la “Ética” es, a simple vista un enorme acorazado, amenazante e inexpugnable; pero que, cuando uno se acerca y accede a su interior se vuelve más pequeño, más íntimo y comienza a entenderse. Nuestro lector comete un gran error al tomar literalmente la invitación de Deleuze a realizar una lectura “afectiva” de Spinoza. Eso de que cualquiera puede leerlo es una falacia. Si se lee a Spinoza des- de la ignorancia y el prejuicio no se lo está leyendo, se lo está, como diría Borges, perpetrando. Si la obra de Spinoza combate todo lo que es tristeza, no creo que exista alguna pasión más triste y esclavizante que la ignorancia.
En cuanto a Deleuze, su lectura de Spinoza es un bello espectáculo de fuegos de artificio…que pronto se apaga. No hay que confundirse, es su lectura, no es verdad revelada. En nuestro hipotético lector subyace un mito: el de que Deleuze hallo los códices del código Spinoza y reveló a la humanidad los secretos de este autor. A no engañarse, no hay soluciones fáciles…para entender a Spinoza hay que leerlo. Y esa lectura puede incluir o no la lectura de los textos de Deleuze. Para gustos no hay nada escrito. Personalmente preferiría prescindir de él: su lectura me produce un aburrimiento mortal…y el aburrimiento es una pasión triste.

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