martes, 10 de junio de 2008


Un diálogo posible entre Psicoanálisis y Medicina China


En un artículo publicado recientemente por la revista Imago-Agenda (1) la Dra. Teresa Yuan (Psicoanalista practicante del hospital Anding de Beijing, China), reseña brevemente el avance del psicoanálisis en las sociedades chinas (China continental, Hong Kong, Tailandia) A partir de su introducción alrededor de 1910.
En China los conceptos de inconsciente, conflicto psíquico, afecto, síntoma han sido, como todo lo que proviene de occidente, recibidos, estudiados e interrogados. El pensamiento chino es, en si mismo abarcativo, acepta aquello que puede resultarle útil y descarta o adapta lo inútil, permitiéndole convivir armónicamente con El Taoísmo, El Budismo, El Confucionismo, El comunismo y hasta el Capitalismo.
Sin embargo, esta cultura, que se mantiene erguida gracias a esa verdadera columna vertebral que constituye su modo de pensar el mundo, sufre los efectos cada vez más notorios del capitalismo mundial globalizado y la economía de mercado: angustia y frustración por la polarización en el status económico de sus habitantes; frustración y temor por causa de la regulación demográfica que permitió el crecimiento económico sostenido pero demolió la tradición (los chinos solían tener muchos hijos como reaseguro para la vejez; la ley del único hijo llena de incertidumbre al ciudadano común que deposita excesivas expectativas en ese hijo); presión e incertidumbre en los jóvenes que reciben sobre sí el peso de una sociedad confucionista (obediencia al mandato paterno) comunista en su moral y capitalista en sus acciones. Los planes de salud mental oficiales contemplan Settings Psiquiátricos y psicológicos, servicios telefónicos de consulta y la propia psiquiatría china, sustentada por la medicina tradicional; farmacopea, acupuntura, moxibustión, ejercicios, masajes, etc.
¿Qué puede aportar el psicoanálisis a la medicina china?
Escucha, esencialmente, escucha. Cuando un trabajador chino, aquejado por distintos síntomas físicos y angustia, porque su hijo no es un buen estudiante y por tanto no obtendrá un trabajo ventajoso al llegar a la adultez, descuidando así el futuro de sus progenitores (la moral confucionista señala que los hijos deben hacerse cargo de sus padres al llegar estos a la ancianidad), decide recurrir a un hospital público, el médico, tras auscultarlo diagnosticará el desequilibrio y aplicará agujas de acupuntura en los puntos que considere necesarios para regular la energía del paciente; es poco lo que el psiquiatra comparte con el sujeto doliente y menos aún lo que éste le dirá; la relación terapéutica es de confianza: en el médico, en el decir del paciente y en la tradición médica: “El enfermo debe confiar en el médico, mantenerse esperanzado y actuar de acuerdo a los consejos de éste” (2)
El psicoanálisis provee a la cultura china dos elementos que su psiquiatría no posee: la posibilidad de hablar y ser escuchado.
Pero, ¿Qué sucede si invertimos la pregunta y nos interrogamos acerca de lo que puede aportar la psiquiatría tradicional china a practicante y paciente de psicoanálisis?.
La medicina china considera que psique y soma son una totalidad que proviene de la misma naturaleza: el cuerpo humano es un conjunto orgánico íntegro de forma (lo anatómico, fisiológico) y Shen (todas las actividades vitales incluido el ánimo, el pensamiento y las otras acciones de la mente), que funciona sincronizado con las fuerzas de la naturaleza. La ruptura del equilibrio entre xing (forma), Shen (espíritu) y naturaleza, determina la aparición de la enfermedad.
También el psicoanálisis considera la interacción psique-soma y, sin ir más lejos, Pichón Rivière nos señala que la conducta Humana es el resultado de la interacción entre las áreas de la mente, el cuerpo y el mundo externo.
Psiquiatría china y psicoanálisis consideran el problema del conflicto psíquico en términos de cargas energéticas: el psicoanálisis considera al cuerpo como el escenario donde se desarrolla el drama de la mente; la medicina china considera a los órganos corporales como poseedores de un “espíritu”: mente y cuerpo son el escenario simultáneo donde se presenta un único drama: el de la enfermedad. Desde este punto de vista, la diferencia es sustancial: la lógica del funcionamiento psíquico responde al esquema neurológico del arco reflejo (recibir energía, transformarla en acción para disminuir la tensión del circuito). El movimiento general del psiquismo Freudiano obedece a este principio orientado hacia la descarga total de la tensión (de más está decirlo esta descarga es hipotética e imposible de lograr: la energía proveniente de las pulsiones no se agota, produciendo una alternancia entre placer-displacer generadora de las neurosis).
La psiquiatría utiliza la noción de energía (Qi) en un sentido mucho más amplio: “no hay en medicina china tradicional espíritu separado del cuerpo (···) el estado subjetivo del ser viviente es el reflejo del estado objetivo de estos órganos y sus funciones (···) el hombre no es más que la conciencia avanzada de la materia”. (3) en suma, la actividad del cuerpo permite la actividad psíquica de las personas, pero no la engendra, sino que simplemente la alimenta. Pero la noción de Qi no se limita al cuerpo; en un sentido amplio, es el conjunto de energía y sustancias que están presentes en la naturaleza y en el ser humano. Siendo la energía vital, el Qi está presente en todas las manifestaciones de la naturaleza, es el elemento fundamental en la constitución del universo, capaz de producir todas las cosas gracias a sus movimientos y transformaciones. Por lo tanto, un psiquiatra chino nunca se plantearía una hipotética descarga de la energía psíquica: la tensión (producto de la hiperactividad de un órgano) no debe descargarse: “donde exista un exceso de energía, esta debe ser tornada al órgano deficiente en ella” (4). Si hallamos un órgano “lleno”, seguramente existe otro que se encuentra “vacío” : la energía debe conducirse a éste para garantizar el equilibrio funcional, nunca dispersarse o descargarse.
Para el psicoanálisis, el aparato psíquico es una estructura estratificada en capas sucesivas; pensamos en la primera o segunda tópicas, la lógica es idéntica.
El psiquismo, para la medicina tradicional china, no posee ni estratos, ni capas sucesivas, es el resultado de distintas formas de energía que se generan unas a otras y se interrelacionan y dominan a partir de una lógica a la vez casual, sucesiva y contigua.
Shen, la conciencia organizadora, que se expresa en el conjunto de las funciones orgánicas, habita adentro de uno de los cinco órganos principales: el corazón (que no debe entenderse en un sentido material, sino como un sistema energético complejo). Shen coordina el psiquismo, es responsable, a la vez, de la conciencia, la inteligencia emotiva, la coherencia y la alegría. Cuando se encuentra desequilibrado hallamos estados de euforia, incoherencia y confusión.
Shen se expresa bajo cinco aspectos: el primero ya lo conocemos; es el Shen de corazón. La segunda es el Hum del hígado, que genera proyectos proporciona su riqueza al inconsciente (sueños, deseos); se relaciona con los instintos heredados, las pulsiones, las pasiones, la imaginación y el acto creativo. Su emoción asociada es la ira que aparece bajo la forma de sueños violentos, pesadillas, proyectos excesivos y delirantes, imaginación desbordada he impulsos incontrolables.
Po, en relación con el pulmón, es la parte más corporal de la conciencia, que determina las acciones y reacciones del organismo destinadas a la supervivencia; se expresa a través de actos instintivos primarios (succión, deglución, etc.). Po es el depósito de todo aquello que la conciencia (en el sentido Freudiano) no puede recordar; lo inconsciente. Su emoción es la tristeza y su deficiencia provoca, entre otras cosas, estados obsesivos con miedo al futuro.
Yi, en relación con el bazo, es responsable del registro de las experiencias, su clasificación y conservación, es decir, el pensamiento y la memoria. Su emoción es la nostalgia y su exceso, la obsesión: repetición incansable de sucesos que permanecen en la memoria.
Zhi, es el quinto aspecto del Shen; emerge de la energía de los riñones y su fuerza es la voluntad, la determinación, la capacidad de llevar a cabo una intención. Aporta autoridad y afirmación al YO; su deficiencia produce miedo y sometimiento; su exceso temeridad, autoritarismo y obstinación.
La actividad funcional de órganos y entrañas depende de las inducciones que le son transmitidas a partir de estos “espíritus viscérales” cada uno de las cuales se encarga de un aspecto particular de la personalidad.
Fantasía y sexualidad, conceptos fundantes del psicoanálisis son analizados desde la medicina china: la fantasía es el producto del Hum, la entidad visceral que sustenta energéticamente al hígado. Hum percibe, clasifica hechos, pero, conjuntamente domina la intuición y la imaginación. La fantasía producto secundario de la imaginación se nos presenta como un ordenador de los sueños. La ira, emoción propia del hígado (y por tanto asociada a Hum) se relaciona con la frustración que proviene de los deseos insatisfechos (físicos, psíquicos o intelectuales). Si estos no se satisfacen convenientemente se produce un fenómeno conocido como “irritación interna” primera etapa de la ira, que tenderá hacia la inhibición o la expresión paroxística: la ira es el resultado del desacuerdo entre fantasía y realidad; muchas enfermedades psicosomáticas (disfunciones hepáticas, hipertensión, migrañas o estados depresivos) provienen de este desacuerdo.
La sexualidad, pulsión básica del psiquismo se encuentra representada en el incesante intercambio de tres entidades y sus órganos: Zhi (riñón), Hum (hígado) y Shen (corazón).
El riñón, soporte de la función sexual, aporta la energía de los ancestros (el jing o esencia) y el sustento material de la reproducción: el óvulo y los espermatozoides: Zhi aporta la voluntad para avanzar hacia el objeto de deseo, también el impulso básico reproductivo. Un exceso de miedo (emoción del riñón) puede producir inhibiciones sexuales; y el desfasaje de Zhi, ciertas formas de perversidad.
El hígado, reservorio de la sangre en la medicina china, aporta la irrigación sanguínea y el Qi necesarios para mantener la erección en el hombre y “calentar la puerta de Jade”, la vagina, en la mujer. Hum proporciona el deseo y la fantasía. Shen, asimismo, provee del “fuego de la pasión” el amor necesario para que el acto sea pleno.
Si ahondamos las relaciones existentes entre las cinco entidades veremos como ciertas estructuras complejas de personalidad pueden explicarse fácilmente: a modo de ejemplo consideremos un individuo que presente un exceso de Po (instintos) y de Zhi (voluntad) asociado a un déficit de Shen (inteligencia); este será una persona cuyo autoritarismo reposa sobre las pasiones instintivas. Por el contrario, quien posea un Shen (inteligencia) y Yi (pensamiento-memoria) equilibrados, será capaz de discernir correctamente; si Yi se desequilibrara, inteligencia y discernimiento quedarían atrapados por pensamientos obsesivos y reiterativos.
Según los médicos chinos, en psicoanálisis trata sólo dos entidades y desequilibra las otras: al pedir al paciente la libre asociación, Shen se desordena notoriamente abandonando su doble control afectivo-intelectual y al bucear en acontecimientos pasados se produce una plenitud de Yi (memoria) que margina al sujeto del presente. La posición de poder del analista (sujeto supuesto saber) anula el Zhi (voluntad) del paciente. Un exceso de reflexión sin voluntad impide el paso a la acción.
Analizaremos a continuación un caso clínico: la relación vincular entre una hija, ya mayor de edad y su madre anciana; imposibilitada de escapar al alzo materno la hija permanece ligada a su madre sintiéndose frustrada e infeliz. Ambas rechazan la posibilidad de una terapia analítica.
Un análisis detallado mostrará que la madre sufre un exceso de Zhi de riñón, factor que la convierte en autoritaria, obstinada e inflexible. El origen de este exceso puede hallarse en la entidad que la antecede, el Po de pulmón que gobierna los aspectos instintivos de la conducta. El miedo a lo que no se puede controlar (cuerpo, pulsiones, instintos), y esencialmente el miedo a los deseos sexuales (riñón=sexualidad), se traduce en un desequilibrio que genera primero miedo, después pánico y para evitar este último un feroz control de la voluntad que se traduce en el manejo del mundo exterior, es decir, de su propia hija.
La hija victima pasiva que solo se revela a partir de síntomas asmáticos, oculta sentimientos violentos no expresados: la ira, sentimiento de Hum se encuentra en desequilibrio por un déficit de Zhi y un marcado estado de miedo irracional; también aquí el origen está en Po, en los instintos que el autoritarismo materno busca controlar. Los síntomas físicos nos orientan claramente: disfunciones hepático- biliares (Hum), asma (Po), dolores lumbares y de rodilla (Zhi). La terapéutica aplicada consistió en tres sesiones semanales de acupuntura. En la hija se tonificaron pulmón y riñón; en la madre se tonificó el pulmón y se sedó el riñón. Tres meses más tarde, la hija inició un tratamiento analítico clásico y comenzó una carrera universitaria. La madre continúo con una sesión semanal de acupuntura y comenzó a centrarse en sus propios intereses.
El caso nos demuestra que en psicoterapia no está todo dicho. La psiquiatría tradicional china nos permite pensar otros aspectos de lo que, como analistas, vivimos pensando. Es sumamente útil en casos en los que el paciente rechaza los tratamientos ortodoxos, librando aspectos de la personalidad que tardan muchos años de terapia para manifestarse. La mayoría de las veces permite la reducción e incluso eliminación de psicofármacos. Síntomas recurrentes que el análisis tarda en desandar pueden ser remitidos en pocas semanas.
En síntesis es otro elemento en la caja de herramientas del analista, que permite la escritura de una página más en le diálogo Occidente-Oriente.

Daniel Capanna.

Notas:
1.- Teresa Yuan. “El psicoanálisis contemporáneo en las sociedades de la cultura china”. Revista Imago-Agenda Nº 86; verano 04/05.
2.- Ye Chenggu. “Tratamiento de las enfermedades mentales por acupuntura y moxibustión”. Ediciones lenguas extranjeras. Beijing. 1992.
3.- Robert Chin-Aili Chin. “La psicología en China Popular”. Ediciones lenguas extranjeras. Beijing. 1980.
4.- Wu Wei Ping. “Acupuntura China”. Editorial Yug. México. 1979.

miércoles, 14 de mayo de 2008

POESIA DE DEMOLICIÓN

Queríamos tanto a Alejandra

En los crepúsculos interminables
de tu insípida infancia,
soñaste despierta un futuro
sin tu pueblo somnoliento,
sin calles de tierra arboladas,
sin cigarras en la siesta
ni vecinos tomando mate en camiseta.
Soñaste un futuro
sin una vivienda como todas,
con un pequeño jardín al frente,
sin un perro mestizo,
demasiado agobiado por el calor
como para molestarse en ladrar;
sin tu padre militar leyendo el diario,
ni tu madre, ama de casa, mirando la TV.
Sin tu hermano arreglando su auto viejo
ni tu hermana casquivana platicando por teléfono.
Soñaste un futuro
sin horas de tedio que matar leyendo
bajo los sarmientos de una parra;
sin amigas locuaces
parloteando a la sombra de un paraíso,
sin hombres siempre esquivos,
ni letales jornadas de escuela.
Un día, no distinto a otros,
hallaste en la librería del poblado,
entre novelas de Corín Tellado
y manuales colegiales,
una biografía de Alejandra.
Sin cautela te asomaste
al espejo de aguas oscuras
de aquella existencia desdichada,
y te enamoraste de ella.
Sucumbiste ante su origen ordinario,
no tan distinto del tuyo.
Te sedujeron la indiferencia familiar,
su lucha contra la obesidad,
el acné de su rostro redondeado,
las anfetaminas y los emparedados de mortadela
que nunca pudo dejar de consumir,
el desengaño con los hombres,
su apenas velado lesbianismo,
el desamor y la congoja
que siempre anunciaron su inmolación
Te enamoraste de esa otra vida posible,
sin ocasos opresivos
llenos de tedio y cotidianeidad.
Soñaste una vida heroica de rechazo y humillación,
una muerte perfecta
anunciada en mil poemas.
Imaginaste un padre autoritario y represor
esbirro del terrorismo de estado;
una madre anorgasmica sometida a su cruel esposo,
que te castigara cuando denunciases
los abusos a los que te sometieran
los múltiples novios de tu hermana.
Un hermano incestuoso
que te espiara en la ducha,
un salvaje mastín
que siendo infante te dejara
marcas imborrables
en tu rostro;
un maestro infame
que desestimara tus capacidades literarias
a quien dedicar, con sublime ironía,
tu primer premio Clarín.
Un libidinoso sacerdote que intentara seducirte
a tierna edad
y marcara así tu rechazo por las religiones.
Una amiga que traicionara
esa prohibida relación lésbica que mantuvieran
(y que habría de escandalizar
a la mojigata sociedad pequeño burguesa de tu aldea)
y escapara con tu novio.
Un novio que te engañara con tu mejor amigo gay,
del que habrías estado enamorada secretamente
desde la pubertad.
Pero tu vida siempre ha carecido
de ese sufrimiento
sin el cual la poesía
sólo es una ausencia,
una cáscara vacía
azotada de polvo, calor y aburrimiento.
Soñaste que algún día
todos leerían en tu lírica
la marca de ese dolor,
bello y ansiado padecimiento,
que te era negado
por ese sinsentido llamado felicidad.
Soñaste un futuro
en el que la editora
de una cardinal publicación literaria
te rescatara post mortem
de esta existencia pueblerina,
de tus amigas que se niegan a experimentar el lesbianismo,
del calor y la humedad,
de los vecinos en camiseta,
de tu padre que se hizo militar a falta de un buen trabajo;
de tu madre siempre dispuesta a escucharte,
de tu perro que no ladra,
de tu hermano que no entiende que le gustes a sus amigos,
de tu hermana, buena piba pero algo hueca,
de la obra poética que nunca te sentás a escribir,
de ese intento de suicidio,
que siempre, siempre
dejas para mas adelante.


Cosas importantes

Desearía, por un instante,
nacer el mas ignorante de los hombres civilizados.
Encender la televisión
y sorprenderme ante la existentencia
de aquel que hace bailar a los paralíticos,
cantar a los afónicos
y patinar a los descaderados.
Recobrar cierta capacidad de asombro
y preguntarme
que le pasa,
porque grita,
que le duele…
Elegiría desconocerlo todo
acerca de la chica
que decía ser virgen;
de la piquetera y el baile del caño;
de aquellos encerrados en una casa,
o quienes dedican su tiempo a la farándula,
sea lo que eso sea.
No es que sepa mucho acerca de ellos…
lo poco que se,
ocupa demasiado espacio.
Temo que ciertas cosas tengan la capacidad
de desplazar a otras mas importantes
y pronto olvide
el sabor de la cereza,
el olor de un buen vino,
ese poema que tanto me costo memorizar,
aquella fecha importante.


Las cosas por su nombre

No se en que nombre pensó
Dios para ella.
La llaman Sudamérica,
América del sur:
América latina,
la América morena,
América cobriza.
Dicen que el señor hizo el edén
pensando en ella:
algunos la llaman
paradisíaca tierra despojada
del oro y la plata,
del salitre y el caucho,
del cobre y el petróleo.
La llaman tierra de pueblos originarios,
de imperios precolombinos;
algunos la llaman
tierra gozosa de revoluciones,
América bolivariana,
América sanmartiniana,
la América del Che y Sandino.
La llaman la América verde,
la América frondosa,
la América de los hombres del maíz;
algunos la llaman
la de la savia mineral,
América indígena,
cintura cósmica del sur.
No se en que nombre pensó
Dios para ella:
sólo se que otros,
algo más pragmáticos,
la llaman
el patio trasero.

Satori

Tajima no Kami anhelaba,
mas que nada en el mundo,
alcanzar la iluminación.
Como todos los maestros
se negaran a recibirlo,
partió hacia el monte Futara,
para solicitar las enseñanzas
de sensei Banzo,
último buda viviente.
Al verlo cansado, hambriento y andrajoso
Banzo lo golpeo con una vieja escoba gritándole:
¡vete de aquí, perro sarnoso!
Tajima no Kami, sólo, bajo la lluvia
comprendió el sentido de la humildad.
Cuando comunicó a su maestro esta conclusión,
Banzo se limitó a escupirle en el rostro,
Tajima comprendió kenshin ken,
la opinión errónea que proviene de datos inciertos.
Cierta vez, Banzo lo empujo desde un alto puente
a las frías y cristalinas aguas del río…
allí, a punto de ahogarse, comprendió Tajima
el sentido último de ikioi, la respiración.
Y cuando Banzo lo arrojó a un profundo precipicio,
entendió, tras un mes de coma profundo,
la naturaleza de ku, el vacío.
A la primavera siguió el verano;
a este siguió el otoño
y luego el invierno…
y nuevamente la primavera.
Tajima no Kami crecía en sabiduría,
entendimiento y lesiones invalidantes
Fue una tarde calurosa
observando una flor de cerezo
enredada en los blancos cabellos de Banzo
que en estado extático dijo:
¡he visto al buda en mi camino!
A lo que el viejo sensei contestó distraídamente:
“si ves al buda en tu camino, mátalo…
pues no es el verdadero buda.”
Tajima no Kami tomo el bastón de su maestro
y golpeo a Banzo hasta matarlo…
entonces, alcanzó el satori.


Quince segundos

Como Warhol sentenciara,
todo hombre merece sus quince
minutos de fama
Pero como en televisión
el tiempo es tirano,
hemos decidido
dedicar mayor espacio
a la pauta publicitaria
y la programación autorreferencial.
Así que, lo sentimos,
de ahora en más
la cosa es así:
todo hombre puede aspirar
a quince segundos de notoriedad
en horario no central.

Historia de vida

Naciste, berreaste,
te ensuciaste,
te amaron,
amaste.
Creciste, chillaste;
jugaste, perdiste.
Te enamoraste,
sufriste, toleraste,
te angustiaste, te rebelaste,
pataleaste, gritaste,
te cortaste, te drogaste,
te encerraron,
sobrellevaste, aguantaste,
te ahorcaste…
tomaste Rivotril, Alplax y Zoloft.
Te portaste bien,
escondiste, callaste, silenciaste;
te tomaste todas las pastillas juntas:
te lavaron el estomago,
te aislaron;
te inyectaron Halopidol, Risperdax y Lexotanil.
Te calmaste, babeaste, disimulaste;
te portaste bien.
Ingeriste Foxetin, Survector y Rohypnol.
Te descompensaste,
entraste en fase maníaca,
gritaste, vociferaste, aullaste,
lastimaste,
te lastimaron…
Te aplicaron electrosismoterapia,
Valcote, Tegretol y Midax.
Hiciste laborterapia;
tomaste Lamictal y Sidenar;
participaste de la terapia de grupo,
te portaste bien,
miraste televisión,
cooperaste, te equilibraste,
te deprimiste;
te dieron Lithium, Emotival y Anafranil,
saliste, paseaste, te alegraste.
Te portaste bien,
te integraste,
te bajaron la medicación,
te soltaron.
Trabajaste, fuiste bueno,
útil a la sociedad,
sujeto productivo,
no agrediste,
no peleaste,
te adaptaste…aprendiste.
Ahora, ya está,
¿qué más queres?
nadie te dijo que ibas a ser feliz.

Insumos


Carecemos;
no poseemos,
estamos faltos,
el producto escasea.
Estamos carentes,
desposeídos, desprovistos, huérfanos,
desamparados, solitarios, desabrigados.
La bolsa de Tokio no ayuda,
los insumos están por la nubes,
el riesgo país lo complica.
Le aseguro que nunca estuvimos,
tan asediados, sitiados, ceñidos;
tan custodiados, cercados, acorralados.
Nunca necesitamos tanto de él,
nunca nos costo tanto hallarlo,
Lo podemos pedir por catálogo…
estamos escasos,
la distribuidora no entrega,
no recibimos por el conflicto gremial,
la importación lo encarece,
la suba del dólar,
la cotización del yen,
el alza del euro,
la inestabilidad del los mercados bursátiles.
Estamos privados, insuficientes,
cortos, limitados;
¿Qué quiere que le diga?:
parece que van a discontinuar el producto.


Letanías de Alberto C.

Oh tú, ángel sabio y bello amado por los excedidos de peso,
señor de la dieta y los adipocitos,
¡oh Alberto, ten piedad de nuestra larga miseria!
Príncipe de la ingesta cada tres horas y el yogurt descremado,
el caramelo acido y el caldo desgrasado,
¡oh Alberto ten piedad de nuestra larga miseria!
Tú, omnisapiente soberano de las tardes televisivas,
familiar curandero de abdómenes ensanchados,
¡oh Alberto, ten piedad de nuestra larga miseria!
Tú que bajo tus alas cobijas al hiperobeso,
y le das una ley nacional que lo ampare,
¡oh Alberto, ten piedad de nuestra larga miseria!
Oh tú, que nos diste los grupos semanales de autoayuda
y una reunión anual en el luna park donde alabar tu nombre,
¡oh Alberto, apiádate de nuestra larga penuria!
Tu que das a quien ha llegado a su peso ideal
la identidad vitalicia de un obeso regenerado,
¡oh Alberto, apiádate de nuestra larga penuria!
Bastón de los desterrados de los placeres de la mesa,
cayado de los hambrientos nunca saciados,
¡oh Alberto, ten piedad de nuestra larga miseria!
Danos tus dones, bello señor,
tu línea de productos bajas calorías
y la bondad desinteresada de tu consejo.
Apiádate de nosotros, dulce maestro
y concédenos un lugar en tu fundación,
para que seamos delgados y dignos de llamarnos tus hijos.
¡Oh Alberto, ten piedad de nuestra larga miseria!


Self control

Manténgase tranquilo,
no cometa una locura;
antes de hacerlo,
piense en sus seres queridos.
Conténgase;
semejante acción
no puede reportarle
ningún beneficio.
Respire profundamente.
En casos como este
es necesario actuar con prudencia.
Levántese del sillón
en el que se halla sentado;
no se apresure,
incorpórese lentamente.
Con la mano derecha,
deposite ese libro
que lleva en ella
en el suelo.
Evite la tentación de abrirlo;
con celeridad y firmeza,
empújelo con un pie
lo más lejos posible
de su persona.
Ahora si,
esto es de vital importancia:
con extrema premura,
tome en sus manos
el control remoto
y sin preguntas
o molestos cuestionamientos,
encienda la televisión.





domingo, 11 de mayo de 2008

EL CÓDIGO SPINOZA


Una lectura de Baruch Spinoza desde Dan Brown.

En “Introducción al esquizoanálisis”,Gregorio Baremblit reconoce dos tareas fundamentales de esta ideología, concepción del mundo u ontología de la realidad construida por Deleuze y Guattari;a saber, una primera operación de raspaje (trabajo destructivo de las entidades de la superficie de registro que afectan el territorio en que se mueven los interesados) .Se trata de entender y denunciar la lógica con que el socius define. Esto supone un trabajo de distinción de lo establecido, de va- lores y preconceptos que afectan las singularidades.
Una segunda operación, consistirá en la invención de modos de vivir, criterios de valor, etc., que son particulares de la singularidad cuyo derecho a existir se procura revindicar. Cada agenciamiento/dispositivo se constituye en máquina de guerra que tiene por objeto defenderse de los ataques de la superficie de registro y/o destruir los equipamientos con los cuales la maquinaria represiva tiende a eliminar las singu- laridades productivo-deseantes.
Me propongo analizar la episteme que cierta forma “evolucionada” y progresista de la superficie de control ha tejido en torno de la obra del filosofo Baruch Spinoza, pro- curando trazar un cuadro caracterológico de los sujetos que intervienen, producen y ejecutan este modo generalizado de pensar al filósofo holandés.
Sostengo que Deleuze y Guattari nunca se propusieron redactar un antiguo y nuevo testamento del esquizoanálisis; por tanto las lecturas que de ellos hagamos deben renunciar a ser exegéticas. Defino exégesis (del griego exegomai: guiar) como la interpretación o explicación de los textos sagrados, y exegeta, como el interprete autrizado de ritos, costumbres sagradas, oráculos y escrituras.
Al decir de los textos capitales del esquizoanálisis, la superficie de producción genera todo cuanto existe a través de máquinas deseantes definidas como moleculares. La superficie de registro organiza la superficie de producción generando entidades
molares: selecciona, acepta, captura o reprime. Toda superficie de registro-control tiene una tarea específica dentro del campo del conocimiento: generar una episteme adecuada a sus necesidades que garantice su desempeño en la realidad.
Episteme es el nombre que damos al discurso que determinada organización (un socius) tiene respecto de la realidad: es decir, la verdad que una estructura social, política, económica, institucional, intenta sustentar. Verdad es, en palabras de Foucault, el saber que un grupo de personas comparte y decide que es verdadero (lo que llamaríamos una creencia).
Cuando leemos un filosofo de la complejidad de Spinoza tendemos a hacerlo desde alguna de las epistemes dominantes…es inevitable. La lectura deleziana, la que hacen Toni Negri o Agamben conforman el sustrato teórico desde el cual un cierto grupo social decide que es “verdad” en la obra de Spinoza.
Deleuze construye una episteme spinoziana acertada a los fines de su teoría(o como quiera llamarse a lo que hace) pero su lectura no es la única posible: la realidad es, en su pensar, infinita: superficie de producción que deviene según el modelo del rizoma (que dicho sea entre paréntesis, como cualquier estudiante de botánica sabe, no es una raíz infinita: sólo es un poco más larga y ramificada que otras). Entonces, si la realidad es infinita, las lecturas que hacemos de ella, también debe- rían ser infinitas; pero, como sabemos, esto no es así: la interpretación de Spinoza, más allá de los límites de la modernidad es apabullantemente univoca, carente de pluralidad una única raíz, apenas rizomática que se basa en la exégesis sagrada de los textos del profeta Deleuze. Sin animo de desmerecer a estudiosos de la talla de Agamben o Negri, lo que generó Deleuze fue un siempre renovado rizoma de epígo- gonos (literalmente, quien sigue las huellas de otro, especialmente en cuanto a lo que se refiere a escuelas u estilos. Según Iuri Tinianov, un formalista ruso, epígono es una mala copia del original, aquel que no puede construir un pensamiento propio u estilo y por eso camina por los pasos del maestro sin salirse de la línea prefijada). De más está decir que la mayoría de los seguidores de Deleuze y Guattari no cum- plen con la premisa fundamental del esquizoanálisis: cada uno lo hace a su manera, a partir de la inserción social que tenga y de la causa con la que se halle comprometido.
Cualquiera sea la lectura que intentemos esta debe cumplir ciertos requisitos, necesarios para garantizar un conocimiento adecuado del filosofo que nos ocupa: elementos generales y claros que permitan un acercamiento a los escritos de Spinoza como lo que son: textos filosóficos. Para ello, debemos poseer datos precisos acerca de quien fue, que hizo, como lo hizo y en que momento en particular; ubicarlo en el contexto de la historia de la filosofía rastrear a quien le estaba contestando, contra quien sus obras se erigen como máquina de guerra(alguien me dijo alguna vez que todo filósofo escribe para contestarle a otro; Spinoza no es la excepción),evitar pre- juicios, preconceptos, lecturas anteriores a la lectura del autor: leer a Spinoza desde Spinoza, su época, corriente de pensamiento ,posturas estéticas contemporaneas, ubicación geográfica, sin mas, evitar leerlo como si se tratara del “Código Da Vinci” o “El nombre de la rosa”,es decir, fuera de la superficie de control.
Me parece que es el momento propicio para construir el cuadro caracterológico del lector postmoderno de Spinoza y sus prejuicios. Nuestro hipotético lector es un sujeto que ha traspasado los 40 (aunque los hay menores),profesional de clase media, hombre o mujer “de izquierda” que participó del cacerolazo del 2001;fue reprimido por la policía en una manifestación en la que apoyó a los piqueteros en su lucha contra el capital; un piquete en la ruta le destrozó el parabrisas, actualmente no sabe “que hace el gobierno con esos delincuentes extorsionadores pagados por la derecha”; intentó con “Imperio” de Toni Negri e hizo un curso de filosofía con Tomás Abraham en el centro cultural Ricardo Rojas; siguió a La organización negra, La fura ,De la guarda y Fuerza bruta; cree en Fidel, Evo y Chávez; tiene en su biblioteca ”La ética” y “El tratado teológico-político” aún si leer; se informa oyendo a Lanata; afianza sus múltiples saberes leyendo Página 12 y la revista Ñ. Se analizó psicoanalíticamente…ahora toma flores de Bach y practica pilates; votó a Alfonsín y la alianza...siempre se arrepintió.
Conformado este somero retrato, se impone concentrarnos en el saber-creencia-prejuicio que ostenta este lector hipotético de Spinoza:
1. Cree que Spinoza es un autor casi desconocido, evitado por las cátedras universitarias que durante siglos han intentado ocultar la originalidad de su pensamiento (argumento paranoico asentado en la lectura del “Código Da Vinci” o alguna porquería semejante).
2. Se encuentra convencido de que la no lectura de Spinoza en las universidades se debe a la maléfica intervención de la iglesia católica, especialmente del Opus Dei que en campamentos secretos en Extremadura, prepara monjes encapuchados ninja capaces de asesinar para proteger al mundo occidental y cristiano de la amenaza heresiarca spinoziana (aquí la patología es mas grave: curiosa mezcla entre Dan Brown, Umberto Eco, Página 12 y varios siglos de iluminismo…Freud incluido).
3. Sostiene que Spinoza fue censurado y perseguido por sus ideas acerca de la ausencia de inspiración divina en las sagradas escrituras: todo esto se debió a las brumas de la edad media, los monjes escolásticos y la persecución de la inquisición que estuvo a punto de quemarlo varias veces (irrefutable: un pastiche increíble entre la película “El nombre de la rosa” y varios bochazos consecutivos en historia de segundo año).
4. Tiene alguna remota idea,”absolutamente fundamentada” acerca de que Spinoza vivió una vida de pobreza, rechazó cargos, honores y prebendas, pulió lentes (muchos creen que hacia anteojos) fue casto y frugal y murió de tuberculosis (enfermedad de las pasiones tristes).Admira estas características sólo en él y lo convierte en un “santo laico”.
5. Pontifica el bien fundamentado ateismo de Spinoza, idea sostenida por la noción de atravesamiento sociocultural que le impediría utilizar otra palabra más que “DIOS”. Justifica este “uso lingüístico” en la infancia de Baruch junto a su padre rabino, la presión de la iglesia católica holandesa y la constante amenaza de la inquisición.
6. Cree fervientemente que Spinoza fue redescubierto por Gilles Deleuze en los años 60, a instancias de su amigo Michel foucault; que hasta ese momento la conjura judeo-cristiana lo había mantenido oculto; que los libros de historia de la filosofía no hacen mención a él; y que fue el paladín de la inmanencia frente a el “aterrador avance de la trascendencia “.

Frente a un cuadro de tales características, ¿cómo llevar a cabo la demolición del “aparato teológico-político-Página 12 / Revista Ñ”?; ¿desde dónde leer semejante entramado de imprecisiones histórico-filosóficas?; ¿cómo librar a la figura de Spinoza de los prejuicios que le adjudica la postmodernidad?

Comencemos por el principio: Spinoza es un filósofo leído por las cátedras universitarias mucho antes de la llegada de Deleuze al mundo. No es, como muchos piensan, un autor desconocido o ignorado, tampoco es real que nunca halla tenido “buena prensa”: los estudios sobre su obra llenan bibliotecas desde el siglo XVIII.
Resulta extraño pensar que Deleuze lo haya descubierto como algo novedoso, que no se leía en los claustros franceses, cuando en la universidad de Bs. As, durante los años 60, la cátedra del profesor León Dujovne (autor de un monstruoso tratado en cuatro tomos sobre la vida, obra e influencia de Spinoza en la cultura moderna) dedicaba un cuatrimestre completo a la enseñanza de este autor. En Argentina, Spinoza se estudió bajo gobiernos civiles y militares…y, sin ir mas lejos, los libros que utilicé para estudiar filosofía en cuarto año de la escuela secundaria dedicaban un capítulo al estudio de este filósofo (aclaro que no estudié en el nacional Bs. As ni en el Carlos Pellegrini sino en un colegio de monjas franciscanas en una de las zonas mas pobres del gran buenos aires ) ; o bien nosotros estábamos muy avanzados o los franceses muy anquilosados ( tantos siglos de ilustración pueden quemar las neuronas mas brillantes ).
En cuanto a la intervención de la iglesia católica en la “prohibición” de Baruch Spi- noza en las cátedras universitarias, el argumento se desvanece cuando nos enteramos que la UCA y la Universidad del salvador, dos universidades católicas, lo enseñan en sus programas de filosofía. Incluso la UNSA tiene una cátedra spinoziana desde hace veinte años donde se lee en su bibliografía obligatoria a Deleuze...Un dato curioso, el hospital escuela de la universidad Austral (institución dependiente del opus dei) posee una cátedra de ética médica en la cual se lee ¿a qué no saben a quien?...acertaron, a Spinoza (de ahí a que lo entiendan es otra cosa).
Pese a que su propia comunidad dictó contra él la acusación de herejía cuando contaba con 23 años y ninguna obra escrita…y fue execrado y maldecido, las universidades hebreas leen su obra y es respetado por judíos practicantes y no practicantes.
La única persecución concreta que Spinoza sufrió fue la de su propia gente: la comunidad hebrea de Ámsterdam; y aquí nuestro hipotético lector parece no equi- vocarse: rechazó la Biblia como texto de inspiración divina, pero reconoció la fuerza de la misma como guía moral de los menos instruidos. El joven Baruch había estudiado a fondo el talmud, la Biblia, la cábala, el pensamiento de Maimónides, Gersónidas, Descartes y Tomás de Aquino; tal eclecticismo, sumado al apego por las ciencias son los que le valieron el herem. Algunos autores sostienen que la comunidad judeo-holandesa recibió presiones para condenarlo, pero no alcanzan a explicar que interés pudo tener para el poder político un joven de 23 años que no había publicado aún ningún escrito…Elemental, dirá nuestro lector…negó la divinidad de la Biblia, dijo que la habían escrito hombres comunes y corrientes…eso seguramente molestó a la iglesia…y la iglesia y el poder…ustedes saben.
Nuestro despabilado lector seguramente ignora que durante el siglo XVII, el problema del origen e interpretación de las escrituras era moneda corriente en las disputas teológicas: el cisma protestante había dividido al cristianismo en tres grandes movimientos: católico, luterano y calvinista. El problema de la libre interpretación de las escrituras fue una de las causas de la ruptura de Lutero con la iglesia católica. La llamada “segunda reforma” durante el siglo XVII provocó en Europa y especial-mente en los países bajos una sacudida en los cimientos doctrinarios de las tres iglesias reformadas: un conjunto de movimientos religiosos independientes brotados de este mismo tronco se volvió contra sus iglesias madre acusándolas de hacer las cosas a medias y ser inconsecuentes con la reforma planteada al momento de la ruptura con la iglesia católica. Entre esto movimiento hallamos a menonitas holandeses, cuaqueros, labadistas, socinianos, y diversos místicos y profetas.Todos profesaban la no divinidad de la Biblia y su libre interpretación. Tras su herem, Spinoza se halló próximo a una secta liberal llamada “los colegiantes”, su participación en este grupo se trató, más bien de una asesoría filosófica. El llamado circulo spinosista estaba conformado por un grupo de amigos del joven Baruch, todos ellos alejados de las iglesias reformadas mayores, que se reunía en Ámsterdam a mediados de los años 50.La actividad no se interrumpió hasta la partida de este hacia Rinjsburg en 1660.De la cooperación con este grupo surge el primer escrito del autor:”Corto tratado sobre Dios, el hombre y su estado bienaventurado” ”La mayoría de los miembros del círculo, no se consideraban a si mismos como cristianos: sí, creyentes en un Dios, teístas y místicos, dueños de una religio naturalis deísta fuertemente influenciada por Descartes.
El cartesianismo, influenciado por algunas versiones del sermón de la montaña, las epístolas de Pablo, la patrística medieval, la tradición de Erasmo y Coornhert, el libro de las revelaciones y la mística neerlandesa configuro un cóctel explosivo que alimentó los movimientos religiosos entre los cuales circuló el joven Spinoza. El calvinismo, iglesia predominante en Holanda pero no aliada al poder político, condenó abiertamente esta mezcla entre razón y fe. Sin embargo un importante teólogo calvinista, Johannes Cocceius, realizó tentativas de infiltrar el pensamiento cartesiano en la exégesis racionalista de las escrituras.
¿Se explica el herem de Spinoza por el problema de la interpretación bíblica?; evidentemente no. ¿Pero, qué es un herem?; es básicamente un castigo tipificado que la autoridad de la nación, ejercida por los Parnassim, se reserva para la preservación de su integridad interna. Toma formas y niveles graduales que culminan en la schamatta, separación total y definitiva. En el herem del 27 de julio de 1656 la comunidad judía holandesa expulsa al joven Baruch a una separación total de sus tradiciones y comunidad. La ceremonia carece de la grandiosidad inquisitorial que la tradición le ha adjudicado: no voces ceremoniosas de los ancianos, no invocaciones al Dios de Abraham, no luces de vela ni el embriagador olor de la cera, solo un papel, un documento manuscrito sobre el escritorio de la escribanía de Neveh Salom, un acta notarial que debe ser firmada…sólo eso. El texto expulsa pero no explica. La causa principal es el miedo de la comunidad judía holandesa frente a sus nuevos pensadores, filósofos y teólogos que abandonan las leyes de su pueblo para ponerse a pensar desde otro sitio: miedo al pasado en España y Portugal, miedo a chocar con los calvinistas o con el estado, el temor “una tristeza inconstante nacida de la idea de una cosa futura o pasada de cuyo resultado dudamos de algún modo” (Ética III, prop XIII).Desde la tradición de un pueblo perseguido, la cautela se presenta como una virtud a ser considerada. La schamatta del joven Spinoza es una medida “cautelar”, forma de dejar en claro que la comunidad judía de Ámsterdam no puede aceptar ningún tipo de alejamiento de la tradición. La condena se da dentro de un contexto: hacia 1636 se produjo entre los rabinos de la comunidad de Ámsterdam una disputa de carácter teológico referida a si el castigo post mortem para los pecados graves era eterno o no. Los no-eternalistas sostenían que Dios, en su infinita misericordia, salvaría incluso a los cristianos. Para los eternalistas como Saúl Levi Morteira y Menasseh Ben Israel (maestros de Spinoza) el alejamiento de este principio enemistaría a cristianos y judíos…el miedo se relacionaba con un reglamento de 1619 encargado por el gobierno de Holanda a Hugo Grocio. Este documento legisla que los judíos mayores de edad debían hacer una declaración respeto de su fe (quede claro: afirmarla, no negarla).A la luz de este documento el temor de los rabinos de que las autoridades cristianas tomaran medidas contra quien negara su religión y por consiguiente contra toda la comunidad parecería justificada. Sin embargo en 1656 las cosas habían cambiado considerablemente: ese mismo año el gobierno de Holanda declaró que la filosofía era algo enteramente diferente de la teología y estableció plena libertad de indagación filosófica. En el caso Spinoza los rabinos de Ámsterdam actuaron en franca oposición con la política liberal del gobierno. Lo cierto es que la colectividad no quería contar entre sus miembros a deístas y filósofos por un motivo político diferente. Entre 1656 y 1657 se produjo en Inglaterra un importante debate sobre la readmisión de los judíos. Menasseh Ben Israel había viajado a Londres para predisponer a Cronwel a favor de los judíos. La idea era convencer a los ingleses de admitir a los judíos antes del fin de los tiempos, para lo cual resultaba decisivo mostrar que no había disidencias entre ellos. La idea del fin de los tiempos estaba instalada entre cristianos y judíos a partir del clima milenarista vivido en la Europa del siglo XVII. ¿Porqué en ningún momento he nombrado a la iglesia católica?, básicamente porque en la Holanda del siglo XVII era casi inexistente. Una pequeña anécdota relatada por David Franco Mendes un por- tugués llegado a Holanda en la última década del siglo XVI puede ser de suma utilidad para aclarar la posición de los católicos holandeses. Narra el autor de “Memoria do estabelecimento” que se habían congregado los pocos judíos Portugueses y españoles de Ámsterdam a celebrar el santo día del kippur .Esta reunión despertó la curiosidad de los vecinos que, sospechando que los congregados eran católicos, acudieron a denunciarlos al oficial mayor que envió guardias a detenerlos. Al llegar al lugar y allanar la casa se dieron cuenta que se habían equivocado y, alentándolos a proseguir les prometieron su protección,”ya que no eran de la secta a la que se oponían”. Spinoza no fue perseguido por los católicos, simplemente porque, en Holanda, los perseguidos eran los católicos. Hasta aquí nuestro lector ha permane- cido en silencio…pero sus quejas se hacen oír:”luteranos, calvinistas, católicos, menonitas o testigos de Jehová…no importa el nombre…son todos lo mismo”… ¡bravo! ¡Un argumento digno de Cicerón!
Pero nuestro lector no está dispuesto a ceder un palmo:” ¿y la inquisición que tanto persiguió a Spinoza?, ¿y las brumas de la edad media? En cuanto a la primera pregunta sería interesante explicar a nuestro interlocutor algo que fácilmente podría leer en cualquier manual de historia: la inquisición o tribunal de la santa fe era un orga- nismo político-religioso dedicado, casi exclusivamente, a salvaguardar la alianza entre el estado y la religión. Se constituyó en brazo armado de países con reyes católicos y dependió directamente de estos. Las aberraciones que cometió rara vez tuvieron por motivo real causas religiosas sino, mas bien, cuestiones de tipo económi- cas. Para la época en que vivió Spinoza, el único país en el que tenía alguna influencia era en España: Holanda nunca conoció los horrores de la inquisición. En cuanto a la segunda pregunta: ¡estudia historia, hermano…estamos hablando del siglo XVII!; larga los DVD y “cacha lo libro” que no muerden.
Spinoza nació en Ámsterdam el 24 de noviembre de 1632, descendiente de una familia sefardí proveniente de Portugal, pero oriundos de Espinosa de los monteros, en Burgos. Su familia emigró de España a Portugal por la persecución imperan- te y luego, nuevamente a Holanda, capital de la tolerancia racial, política y religiosa. Tras el forzoso alejamiento de su comunidad, vivió pobremente dando clases particulares, puliendo lentes (algo que hacían muchos filósofos desde la aparición de la ciencia de la óptica) y de una pequeña renta que su amigo Jan de witt le había conseguido. Murió a los 45 años a causa de la tuberculosis. Llevó una vida dedicada al estudio, la castidad y la meditación…todas ellas virtudes que nuestro lector no deja de admirar…en Spinoza. Si Spinoza no fuera un famoso filósofo sino su hijo, lo a cagaría patadas en el culo, lo enviaría urgente al psicólogo, se encargaría personalmente de que se dedique a cosas útiles abandonando esa visión romántica y pelotuda del mundo y le buscaría una profesional del rubro 59 (no sea cosa que se haga puto).Si Spinoza no fuera un “hereje ateo expulsado por sus correligio-narios”, lo consideraría un talibán fundamentalista que habla todo el tiempo de Dios. Si Spinoza no fuera Spinoza y Deleuze no hubiera escrito sobre él… ¿quién sabe?, quizás no estaríamos entablando esta discusión.
El ateismo que nuestro lector ecuación Página 12-Revista Ñ adjudica a Spinoza es un tema que merece un análisis detallado. Como en materia de religión y filosofía to-dos creen saber de que hablan, no esta de mas delimitar algunas cuestiones:

1. Llamamos ateismo (de “a”: negación y “theos”: Dios) a la postura teórica que niega la existencia de Dios o la mera posibilidad de conocer su existencia; algunas escuelas consideran que la sola idea de Dios es un concepto carente de sentido.
Son teóricamente ateas aquellas posturas cuyos fundamentos reposan, el monismo materialista e incluso ciertas formas del panteísmo. El ateismo práctico es la visión del mundo que excluye positivamente la idea de Dios. El ateismo postulatorio supone que la negación de la existencia de Dios es una premisa o postulado del propio sistema (el caso de Sartre).
2. Con el nombre de teismo (de “theos”: Dios y el sufijo –“ismo”) denominamos a la doctrina que sostiene la existencia de un Dios personal, único, trascendente al mundo y creador del mismo. Los teístas sostienen que es posible conocer tanto la exis- tencia de Dios como su naturaleza y atributos. Se apoya en la llamada teología na- tural que propone el conocimiento de Dios a partir de la razón y recurriendo a la analogía.
3. El deísmo (del latín “deus”; Dios) se considera una postura intermedia entre el ateismo y el teismo. El deísta accede a la creencia de Dios no según las enseñanzas de la revelación sino tal como admite la sola razón natural: Dios se concibe sólo como creador e impulso inicial del movimiento del universo, como un relojero que pone en marcha el mecanismo de un reloj; no es un Dios personal. El deísmo se identifica con una religión natural-racional. Su difusión, en la época de Spinoza se debió sectas cristianas opuestas a la autoridad eclesiástica como los socinianos y antitrinitarios.
4. El agnosticismo (del griego “agnostos” de “agnoein”, no saber, ignorar) supone la afirmación de que no hay que creer en aquello para lo cual no existen suficientes pruebas racionales; de lo cual se desprende que no es posible afirmar racionalmen- te la existencia de Dios ni su no existencia.
5. Por último, llamamos panteísmo (de “pan”: todo y “theos”: Dios) a la doctrina que afirma que “todo es Dios” e identifica a Dios y el mundo. El panteísmo es una creencia propia de los sistemas emanatistas (Plotino), el idealismo absoluto (Schelling, Hegel) o de los que propugnan la existencia de una sustancia única (Spinoza). En su versión acosmista, el mundo es una simple manifestación de Dios. Las versiones “ateas” (las comillas están por algo) sostienen que la única realidad es la naturaleza y Dios un principio interno que da unidad o conciencia.
¿Es ateo Spinoza?, si lo es, es un ateo bastante extraño. Spinoza toma de Descartes el concepto de sustancia, aquello que se piensa a si mismo y existe por si mismo y que, en consecuencia, es la razón o la causa de si mismo. Sólo Dios es sustancia y sólo existe una única sustancia o ser “absolutamente infinito” que consta de infinitos atributos ,existe necesariamente ya que su esencia implica su existencia y es la causa necesaria de todo cuanto existe; todo lo que existe es, por tanto Dios mismo. ¿Es teísta?, no, porque su idea de Dios no es la de un Dios personal trascendente; sin embargo, considera posible conocer su naturaleza y atributos a partir de la ra- zón. ¿Deísta, entonces?, sólo tangencialmente: llega al concepto de Dios eludiendo la revelación, a través de la razón natural. Durante su juventud estuvo cerca de gru- pos deístas y como ellos rechazó la autoridad eclesiástica.
¿Es agnóstico? Difícil decirlo; no sostiene la imposibilidad de afirmar racionalmente la existencia de Dios; de hecho afirma lo contrario, pero desde una cautela filosófica que caracteriza toda su obra. ¿Es esa cautela condición esencial para que nuestro lector dictamine el “atravesamiento cultural” que impide a Spinoza abandonar la idea de Dios y declarase ateo? Improbable. Nunca se declaró ateo o creyente…mucho menos agnóstico (el vocablo no existía). En su infancia practicó el judaísmo y en su juventud estuvo cerca del cristianismo, pero evitó las religiones en un intento por no perder su libertad intelectual. En la Ética llega a decir:”El hombre sólo ama a Dios si tiene libertad intelectual y la pone en práctica”. El panteísmo de Spinoza es ese “panteísmo ateo” que ya entrecomillamos, el Deus sive natura (Dios o la naturaleza)…expresión a la vez monista (doctrina acerca de que todas las cosas son una) y panteísta (Dios y la naturaleza son una misma cosa).
Escucho las quejas de nuestro lector:”un hombre tan inteligente como Spinoza no puede creer en semejante pavada…seguramente esconde su pensamiento intentando no ser condenado por la iglesia, la inquisición y los monjes ninja de Escrivá de Balaguer”.Adjudicar el problema de Dios en Spinoza al miedo a la persecución es no conocer la vida de Spinoza, ni su contexto histórico(no inquisición, no iglesia católica, ni monjes encapuchados).En cuanto a la educación judaica de nuestro autor, de más está decir que ejerció una fuerte influencia en su pensamiento; pero como nuestro lector confunde una y otra vez filosofía y religión quizás convenga recordarle que Baruch Spinoza fue un filósofo dentro de una tradición filosófica que venía desde mucho tiempo atrás ocupándose del problema de Dios a través de la metafísica. Recurrir a recuerdos, vivencias y aprendizajes infantiles para justificar el uso de la palabra Dios en su obra no sólo es infantil…es algo mucho peor: es freudiano.
Spinoza analiza en su obra un Dios basado en la razón, un Dios cartesiano, no un señor barbudo sentado en un trono celestial repartiendo recompensas y castigos como si se tratara de un psicólogo conductista: esta visión nada tiene que ver con la visión de Spinoza.
El problema de la existencia de Dios es un problema corriente en la filosofía…no es cuestión de creencias o creyentes, sino de someter a los rigores de la razón una problemática propia del ser humano y anterior a toda religión. Es el siglo XX y no Nietzsche quien decreta la muerte de Dios en la filosofía: el último de los hombres es aquel que se niega a continuar pensando aquello que lo cuestiona y en el nombre del pensamiento débil decreta su caducidad como tema filosófico…Dios no es un problema para la filosofía actual porque resulta exageradamente complejo y en la era de la derrota del pensamiento lo difícil es remplazado por lo fácil dicho de tal manera que resulte incomprensible.
Baruch Spinoza es, filosóficamente hablando, un racionalista es decir aquel que sostiene una actitud de confianza en la razón, las ideas y el pensamiento, exalta su importancia y los independiza de su vinculo con la experiencia. El racionalismo moderno (Descartes, Spinoza, Leibniz) representa una visión general del mundo ordenada, racional, geométrica y estable, basada en el pensamiento metódico (de la duda o el more geométrico), la claridad de las ideas (principio de evidencia), y la creencia en la estabilidad de las ideas (doctrina sobre la sustancia), acompañada en el terreno de las artes por el clasicismo. El clasicismo representa la estabilidad del ser, mien- tras que el empirismo representa una visión dinámica y cambiante del mundo más cercana al barroco: la confusión dinámica del devenir. Las principales doctrinas racionalistas son la afirmación de la existencia de las ideas innatas, la coincidencia entre pensamiento y realidad, la idea de que el conocimiento es deductivo (como en las matemáticas) y el carácter fundamental de la sustancia.
El método utilizado por Spinoza (more geométrico) es propio de los racionalistas: estos consideraban el método deductivo como ideal y la axiomatización euclidiana propia de la geometría les parecía el modelo más perfecto de toda demostración a partir de definiciones.
Otra vez me parece escuchar las quejas de nuestro lector: ¿y el histórico-social?
Spinoza es un racionalista pero es muy distinto de Descartes… ¿el histórico-social no tiene nada que ver con ello? Supuesto pero no aceptado que nuestro lector halla leído ambos filósofos y se encuentre en condición de compararlos, vamos a aceptar su sugerencia y estudiar las coordenadas histórico-socioculturales de la producción de subjetividad en el contexto spinoziano.
El primer periodo de la modernidad, el renacimiento (siglos XV y XVI) se caracterizo por ser un momento crítico respecto del período pasado (la edad media).Simplificando a niveles elementales, ya que el medioevo es largo y encierra una multitud de fenómenos y matices, diremos que la actitud fundamental es su visión sagrada del mundo y de la vida dirigida hacia la divinidad. El renacimiento vuelve su mirada al mundo y la naturaleza, centrándose en el hombre y la realidad profana. Pero Spinoza no es un hombre del renacimiento, su mundo es el de la Holanda del siglo XVII… un mundo caótico y cambiante, barroco en todos sus aspectos.
El barroco es una teoría estética caracterizada por la opulencia de las formas y la tensión entre contrastes irreconciliables. Lo sagrado y lo profano conviven sin contradecirse como elementos que se multiplican: carpe diem (vive el día) se armoniza con memento mori (recuerda que morirás).La grandilocuencia, la vanidad y la cursilería se aúnan con la reflexión acerca de la fugacidad del mundo.
Políticamente el segundo tercio del siglo XVII es la época del declive de la hegemonía española, de la guerra de los treinta años y la paz de Westfalia que pone fin a la guerra y concede a la republica de las siete provincias la independencia .
El barroco es momento de luces y oscuridad, de riqueza y pobreza, de antropocentrismo y mística. El gran tema en la filosofía de Spinoza es la libertad, y de muchas maneras su contexto le brinda libertad para pensar:”es libre quien se guía sólo por la razón” dirá nuestro filósofo, la libertad no es cosa de la voluntad humana sino del entendimiento. El hombre, parte de la naturaleza naturada, despliegue de la naturaleza divina según razones y causas necesarias, esta también él sujeto a la necesidad; es extensión tanto como pensamiento y por consiguiente sometido a la ley del “reposo y movimiento”.Si el hombre se cree libre, es porque ignora las causas que lo determinan. La libertad no es sino lucha contra la ignorancia y los prejuicios: libertad de pensamiento. La esencia del hombre, igual que la de Dios, radica y se expresa en el conatus, término latino que significa esfuerzo y Spinoza lo utiliza como el esfuerzo de una cosa a perseverar en su ser, esfuerzo o potencia que identifica con la esencia misma de la cosa. En el hombre lo explica como el deseo humano de vivir con felicidad.
Pero nuestro lector aún no esta conforme e insiste:”no es posible que Spinoza crea en Dios porque su visión del mundo y las cosas es inmanente mientras que la idea de Dios es trascendente”.No asustarse…nuestro lector repite una formulación leída en algún articulo de la Revista Ñ.
Primero: Spinoza no cree en Dios…Spinoza somete la idea de Dios a los rigores de la razón; no es un piadoso creyente, es un filosofo.
Segundo: en Spinoza la idea de Dios es inmanente, ¿pero que significa esto?
Inmanente es todo aquello que se sitúa en el interior del mundo, dentro del límite de la experiencia humana. Cuando se opone explícitamente a lo trascendente, subraya que no existe un orden de cosas distinto, que esté más allá o por encima de lo que se denomina universo. Trascendente es, básicamente, lo contrario. La palabra deriva del latín transcendens, lo que sobrepasa o supera. En general, lo suprasensible, aquello se halla ubicado más allá de la experiencia sensible. La identificación de lo inmanente con algo positivo y de lo trascendente con algo negativo es realmente curiosa: ambos términos sólo tienen valor si se los remite a su contexto filosófico. Dentro de la historia de la filosofía, Platón e incluso Aristóteles (mas uno que el otro) mantienen una postura filosófica frente al mundo y la verdad que podemos llamar trascendente. Spinoza rechaza la postura de Platón y Aristóteles, cosa que el racio- nalismo moderno (que postula la inmanencia del objeto filosófico) venía haciendo desde Descartes. Refutar a Platón era algo así como un deporte continental por los días en que Spinoza comenzó a filosofar. Cuando nuestro filósofo plantea una visión inmanente de la filosofía lo que hace es continuar con el método propuesto por su maestro Descartes. La lectura deleuziana respecto a que llama planos de inmanencia y trascendencia se construye sobre una lectura contraria al platonismo y neopla- tonismo propia de Spinoza y Nietzsche. Ahora bien, que Spinoza se peleara con Platón resultaba coherente: desde el renacimiento, la filosofía rebosaba de neoplató- nicos. Otra cosa muy distinta es pelearse con el pensador griego en el siglo XIX… pero como sabemos Nietzsche era filólogo y en muchos aspectos vivía en otro mundo: ¿acaso su Dios ha muerto no es una resonancia de la frase que decía el oficiante de los cultos órficos? Pero… ¿Cómo explicar el match filosófico de Deleuze con el discípulo de Sócrates en pleno siglo XX?
Hace unos cuantos años, cuando cursaba la materia “introducción a la filosofía” con Alberto Ivern (licenciado en filosofía y maestro de mimo), compartía el aula con alumnos de la carrera de historia; estudiábamos “La republica”, un texto de Platón. Un compañero de historia interrumpió la clase considerando al griego, un aristócrata fascista, un imperialista enemigo de las instituciones democráticas, esclavista y peredrasta. Ivern lo observó perplejo para luego acercarse a él realizando la rutina de la soga (típica del mimo placero), lo besó en la frente y le dijo:
-Nene, Dios te conserve la virginidad filosófica.
Algo similar me sucede cuando, escuchando a nuestro hipotético lector, percibo su enojo con un filósofo al que no leyó ni desea leer. No debemos caer en el error de Althusser aplicando categorías actuales a épocas pretéritas.
Si nuestro lector pudiera entender que inmanente y trascendente son categorías que no implican una creencia se daría cuenta de un par de cosas:por ejemplo que todas las formas de soteria a las que es tan afecto(astrología, tarot, cartas,astrales,horos- copos,etc)implican la idea de trascendencia(algo ajeno al mundo sensible);incluso la cultura oriental(ante la que cae en éxtasis) supone tanto lo inmanente como lo trascendente:así como Platón sostiene la idea de un mundo ajeno al mundo sensible (el mundo de la razón),los budistas ven a la realidad como un engaño, un velo oscuro que cae sobre la verdad.El desapego es la forma de trascender ese mundo engaño- so .Como para el budismo la trascendencia nada tiene que ver con algo parecido a Dios, trascender es abandonar este engaño llamado mundo sensible que nos ata a la rueda de samsara (el incesante ciclo de la reencarnación) hasta expiar el karma (la equivocación y la falta) para fundirnos con el universo(que no es el universo sensible de la filosofía occidental).
Para el taoísmo, tao (el camino, la vía) está al mismo tiempo dentro y fuera del mun-do; trascendente e inmanente.
¡Que mundo curioso éste que no se parece a una película de Sergio Leone!; mundo curioso que lleva a Pablo, el fundador del cristianismo, a decir de Dios “en él vivimos y somos y nos movemos”... ¿no es eso inmanencia en una visión trascendente?
Pero, ¡atención!, quien busca, encuentra: nuestro lector acaba de hallar algo más con que joder: si todo es como se dice ¿porque Spinoza demuele y desmantela el edificio metafísico-teológico que llega hasta el siglo XVII y construye una ontología en lugar de una ética?
Sean de quien sean estas palabras (y no son de nuestro lector, claro está) no dejan de ser inspiradoras.
Antes de continuar se impone definir la diferencia existente entre metafísica y ontología.La metafísica o filosofía primera es la ciencia teórica(en oposición a las ciencias practicas y productivas)que trata de las sustancias inmutables; como ciencia del ente su objeto es el ser, el concepto más fundamental y general que puede pensar el entendimiento humano.Ontología es el estudio del ente, entendiendo por tal lo existente en cuanto existente.Se ocupa de la característica mas común de todo cuanto existe, el ser,e intenta responder a la pregunta de que es necesario para que algo sea o exista y si hay diversas maneras de existir o ser.
¿Porqué a nuestro lector la palabra metafísica le huele a las brumas de la edad media, mientras que halla más gratificante hablar de ontología? La filosofía escolastica, sobre todo el tomismo, construyo la cristianización del pensamiento aristotélico, fundamento de la justificación racional de la teología. Es en el siglo XVII que este sentido de la palabra entra en el vocabulario filosófico con el nombre de ontología. Ambos términos son difíciles de diferenciar. Cuando nuestro lector adjudica a Spinoza tareas de demolición esta hablando, aunque no lo sepa, de la relación entre metafísica y teología. El concepto de teología, ciencia o reflexión según métodos racionales sobre la fe aceptada por revelación, se apoya en la distinción entre razón teórica y razón práctica para permitir a la inteligencia el examen crítico de aquello que acepta por fe.
¿Demuele algo Spinoza? En lo que a mi humilde opinión se refiere procede como un filosofo: construye una ética que precisa de una nueva ontología (que prescinde de una teología).La ética, se considera una ciencia practica en cuanto estudia las praxis propias de la conducta humana. La ética spinoziana no es deontología (discurso so-bre lo que debe hacerse), sino una teoría política. El fin del estado no es distinto al del individuo: mantener el derecho que todos los hombres tienen a perseverar en su propio ser, a ser verdaderamente libres. La libertad que se logra por el conocimiento, es también libertad de obrar racionalmente, moralmente. Tal libertad no se consigue en estado de naturaleza, son necesarios el orden social, el derecho o la autoridad política como una exigencia misma de la razón. Si por algo gano enemigos Baruch Spinoza fue por sus ideas políticas. Frente a sistemas monárquicos basados en principios teológicos, presentó a la democracia como único sistema capaz de acrecentar el conatus del hombre.
En lo que a mí respecta quisiera darle a nuestro hipotético lector un sencillo consejo: que abandone la lectura de Deleuze y lea a Spinoza. La lectura no es sencilla; Bergsón sostiene que la “Ética” es, a simple vista un enorme acorazado, amenazante e inexpugnable; pero que, cuando uno se acerca y accede a su interior se vuelve más pequeño, más íntimo y comienza a entenderse. Nuestro lector comete un gran error al tomar literalmente la invitación de Deleuze a realizar una lectura “afectiva” de Spinoza. Eso de que cualquiera puede leerlo es una falacia. Si se lee a Spinoza des- de la ignorancia y el prejuicio no se lo está leyendo, se lo está, como diría Borges, perpetrando. Si la obra de Spinoza combate todo lo que es tristeza, no creo que exista alguna pasión más triste y esclavizante que la ignorancia.
En cuanto a Deleuze, su lectura de Spinoza es un bello espectáculo de fuegos de artificio…que pronto se apaga. No hay que confundirse, es su lectura, no es verdad revelada. En nuestro hipotético lector subyace un mito: el de que Deleuze hallo los códices del código Spinoza y reveló a la humanidad los secretos de este autor. A no engañarse, no hay soluciones fáciles…para entender a Spinoza hay que leerlo. Y esa lectura puede incluir o no la lectura de los textos de Deleuze. Para gustos no hay nada escrito. Personalmente preferiría prescindir de él: su lectura me produce un aburrimiento mortal…y el aburrimiento es una pasión triste.

sábado, 10 de mayo de 2008


El crisantemo y la espada
(Acerca de las estructuras perversas en Mishima)


El crisantemo y la espada son, al decir de Yukio Mishima, los símbolos que definen la esencia de la cultura japonesa. El crisantemo representa las leyes y las artes; la espada, el estricto código de honor japonés representado por el Bushido (Camino del hombre de armas) un refinamiento que contempla las normas que rigen el vivir y morir del Bushi (Guerrero Samurai), su heroísmo y fidelidad al Daymo (Señor Feudal) y al Mikado (Emperador)
En la antigua tradición Samurai, el ideal de hombre se resume en tres kanjis (Ideogramas): Zen, Ken, Shu... La meditación, la espada y la pintura. El guerrero practica la meditación sobre la vida y la muerte, una actitud de frío desapego ante ambas: Sakura, la flor del cerezo, representa la vida del Samurai... dispuesto a morir por su señor (La flor del cerezo es sencilla, bella... y sobrevive muy poco tiempo en el árbol). La espada, el manejo de la katana (Espada curva) de la cual depende la existencia del guerrero, y que, llegado el caso puede convertirse en instrumento de autoinmolación para limpiar su honor (Seppuku: suicidio ritual que no debe confundirse con el harakiri, muerte deshonrosa reservada a los funcionarios corruptos). Por último, la pintura y la escritura: en Japón el hombre de letras es a la vez un artista que con su pincel plasma en la belleza de sus kanjis, la meditación, la pintura y la poesía.
El Bushi no es sólo un militar, es un hombre que representa los más altos valores del Japón tradicional.
Los valores de la cultura occidental son sumamente diferentes. Se ha dicho que la cultura occidental es una “Cultura del pecado” (Culpa), mientras que la japonesa lo es de la “Vergüenza”. Esta diferencia marca un abismo difícil de soslayar en la interpretación psicoanalítica de un artista japonés. Para comprender esta diferencia, nada mejor que escuchar las palabras del propio Mishima: “Hoy se pretende prescindir de todas las normas de conducta tradicionales, y el japonés moderno descubre que al mismo tiempo ha perdido la base para una moral. En nuestro corazones, tantos siglos templados en el código del Samurai, ha brotado una extraña paradoja: sin etiqueta no tenemos moral.” (Prólogo a “Jóvenes Samurais” documento fotográfico sobre las artes marciales japonesas)
La quiebra voluntaria o involuntaria de las normas de cortesía, urbanidad o etiqueta constituye una de las mayores vergüenzas que se paga con la pérdida del honor (Y el honor, sólo se lava con el Seppuku).
Yukio Mishima (Kimitake Hiraoka; el pseudónimo lo elige el autor siendo adolescente: Mishima es un pequeño pueblo al pié del Monte Fuji; El Kanji y la resonancia del nombre Yukio sugieren la imagen de la nieve.) Nació en 1925 y se practicó el Seppuku en un confuso episodio a los 45 años, en 1970. Fue uno de los artistas más importantes del Japón moderno y una notable influencia en la literatura europea de los años `60. su obra constituye un puente innegable entre la “Cultura de la vergüenza” nipona y la “Cultura de la culpa” europea: intelectual comprometido con las tradiciones de su pueblo es, al mismo tiempo, el más europeo de los japoneses.
Antes de emprender el estudio psicoanalítico de su vida y obra se impone una aclaración: la máscara con la cual Mishima enfrenta su existencia se encuentra teñida por sus conocimientos en materia de psicología, psiquiatría y psicoanálisis... nada en él parece casual o marcado por el azar.
Durante los años `50, Japón conoce el psicoanálisis pero nunca termina de asimilarlo. En “Música” (Una novela corta de Mishima) se narra la historia de una mujer que, desesperada, recurre a un psicoanalista porque no puede escuchar los sonidos de la música; es interesante notar que este se comporta como una curiosa mezcla entre psiquiatra (Con amplio vocabulario psicoanalítico), Chaman Shintoista (Religión animista tradicional), sacerdote Budista y Sherlock Holmes.
Del corpus general que compone su actividad artística y existencia pública, considero de sumo interés recortar algunos aspectos: su publicitado narcisismo, el interés por las imágenes y las superficies espejadas y el acto con que da fin a su vida: el Seppuku.
Todos estos aspectos aparecen imbricados bajo el poderoso tejido de las estructuras perversas, especialmente aquellos aspectos que no duda en mostrar: homosexualidad, fetichismo, sadismo, etc. Un texto temprano, escrito a los 23 años, “Confesiones de una máscara” es considerada por el autor como la primera autobiografía. Esta novela narra el drama de un niño-adolescente que despierta al sexo con terribles fantasías sádicas, para hallarse distinto a todos sus amigos antes los cuales simula interesarse por las mujeres mientras sólo le atrae el cuerpo de otros hombres. Intenta convencerse de que está enamorado de la hermana de un amigo, esperanza que desaparece cuando, en compañía de ella, ve, en un baile, unos muchachos musculosos y se siente profundamente excitado por el mechón de vello que asoma de las axilas de uno de ellos.
Antonio Vallejo Nágera, un psiquiatra español autor de uno de los mejores textos sobre Mishima, considera demasiado perfecta la descripción: las fechas, los lugares, el autodiagnóstico y los personajes trazan un efecto de realidad; Mishima el sádico, el homosexual, el fetichista... ¿Una máscara?
Los testimonios post mortem de su madre, su esposa, sus amigos, dos psiquiatras que lo atendieron, parecen contradecir lo dicho por el propio autor, es necesario señalar que la homosexualidad no recibe ni una condena explícita, ni se considera en Japón vergonzosa para el que la practica: Hagakure, un estricto manual moral para uso de los guerreros, la considera como no reprobable en la juventud y en tiempos de guerra. La condición es que aquel que la practica se case y tenga hijos... y que no se mezcle con hombres de condición social inferior.
En una escena de “Confesiones de una máscara”, el personaje eyacula espontáneamente (Sin mediar masturbación) ante una fotografía del “San Sebastián” de Guido Reni. En “Colores prohibidos” una novela menor en su producción, describe con “Frialdad quirúrgica” el mundo “Gay” en el Tokio de post guerra. Para escribir esta novela acude asiduamente a cabaretes y bares de homosexuales junto con sus amigos, a los cuales no parece extrañar esta situación: consideran que se encuentra investigando para su nueva producción.
Si consideramos algunos aspectos de la vida y obra de Mishima veremos en él la estructura perversa no manifiesta que subyace a sus dichos: a través de un desbordado exhibicionismo convence al espectador de su “Perversión manifiesta”, pero, al mismo tiempo oculta rasgos no manifiestos que lo ubican en esta misma estructura: un juego de luces y oscuridad que conoce muy bien del maestro Kabuki (Teatro tradicional japonés); en oposición al actor que representa el drama, existe otro, llamado a actuar su no presencia, el Bunraku (Actor que viste de negro y se encarga de ciertos efectos de iluminación y utilería. Un Bunraku es considerado un gran actor cuando menos se pueda percibir su presencia en el escenario). Como si se tratara de un verdadero Bunraku, las estructuras perversas de Mishima parecen actuar, constantemente, su no presencia. Se ha dicho que “El neurótico sueña lo que el perverso hará”. Mishima se exhibe continuamente: posa desnudo con las joyas de su esposa, se fotografía imitando “El martirio de San Sebastián”, canta a dúo con el famoso travestí Akihiro Maruyama, actúa en una película erótica, se suicida frente a las cámaras de TV para defender la unidad del Emperador... Para descubrir el hombre tras la máscara será necesario recurrir al relato biográfico.
Me limitaré a describir tres personajes influyentes en su infancia y un cuarto no presente.
Su padre es un empleado de ministerio descendiente de una familia burguesa salida del campesinado en el siglo XIX. Es un personaje distante y poco cariñoso preferiría ver a su hijo convertido en funcionario antes que artista.
Su madre presenta contornos más nítidos. Nacida de una familia de pedagogos confucianos, fue privada de su hijo, aún muy pequeño, que pasó a manos de su abuela paterna.
Pensando en ella, a los 33 años (Edad tardía para el matrimonio), Mishima recurre a una intermediaria que, siguiendo la antigua usanza, le consigue una mujer digna de él, para que aquella madre (A la que erróneamente creía enferma de cáncer) no tuviese que morir sin ver asegurada la continuación del linaje.
La abuela, una aristócrata venida a menos, nacida de una familia de samuráis, bisnieta de un Daymo (Príncipe), emparentada con la Dinastía Tokugawa, era una criatura enfermiza e histérica; el niño Mishima dormía en la misma habitación de la abuela a la que asistía en sus crisis, vendaba sus llagas y la guiaba al baño. Ésta lo vestía de niña y lo llevaba a las funciones rituales de No y Kabuki. La sensación de extrañeza que acompaña a Mishima durante toda su infancia es consecuencia de este precoz contacto con la enfermedad física y mental: es celosa y locamente amado y corresponde a este amor: “A los ocho años tenía una enamorada de sesenta”, escribía mucho tiempo después.
El cuarto personaje es su hermana, ausente en su obre y de la que existe apenas una mención en una de sus biografías. Esta hermana, muerta de tifus en plena adolescencia de Mishima (Tenía 16 años), constituye, al decir del autor, un dolor mucho mayor que la guerra.
En “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci” Sigmund Freud señala la identificación con el ideal de YO materno presente en Leonardo: “En todos los homosexuales sometidos al análisis se descubre un importantísimo enlace infantil, de carácter erótico y olvidado después por el individuo, a un sujeto femenino, generalmente a la madre; enlace provocado o favorecido por la excesiva ternura de la misma y apoyado después por un alejamiento del padre de la vida infantil del hijo.”
Una abuela en clara seducción, una madre que, respetando los preceptos confucianos, entrega a su hijo al cuidado de la abuela, la figura desdibujada del padre (Atenta al modelo japonés que delegaba la crianza en la mujer), el recuerdo fresco de la muerte de la hermana... sobre este trasfondo se recorta la silueta de la perversión en Mishima. En el texto citado Freud señala que “El niño reprime el amor a su madre, sustituyéndose a ella; esto es, identificándose con ella y tomando como modelo si propia persona a cuya semejanza escoge sus nuevos objetos eróticos (···) decimos entonces que encuentra sus objetos eróticos por el camino del narcisismo”. El tabú del incesto, presente en todas las culturas, impide al niño la concreción del mismo; la madre objeto sexual durante el complejo de Edipo, es abandonada como tal a partir de la amenaza de la castración. ¿Qué sucede si esa genitalidad del niño es despertada tempranamente por la seducción y la estimulación externa? Como sugiere Marguerite Youcenar en “Mishima o la visión del vacío” La seducción de la abuela fue en la vida del autor de gran importancia para desarrollar ese sentimiento de extrañeza que lo acompañará toda su vida.
Mishima trascurre los años de escuela elemental en el Gakushuin (Colegio Imperial de los Nobles); tímido y asustadizo, convertido en un niño afeminado y débil, es rechazado por sus compañeros y profesores: “No soy ni precoz ni genio, sólo un engendro desagradable (···) me he ido convirtiendo en un ser raro y desapegado de todo y de todos (···)” dirá de sí mismo.
Es muy interesante el relato que hace del que llama “Su primer recuerdo conciente”, a los cuatro años de edad. El primer encuentro con la expresión anatómica de la genitalidad ocurre al advertir el abultamiento genital de un recogedor de excrementos (Individuos que retiran todas las noches los depósitos de excrementos de las casas que no tenían red cloacal). Esta asociación coprofílica se orienta, muy tempranamente hacia el olor del sudor: “Otro recuerdo es el olor del sudor, un olor que despertaba mis deseos, más fuertes que yo”. Más adelante señala que “Es necesario señalar que el olor, a esta edad, no tenía la menor relación con sensaciones sexuales, pero tenaz y gradualmente fue despertando mi apetencia sensual (···)”.
A los doce años, siente la primera atracción sexual durante la clase de gimnasia al percibir en un compañero mayor, la aparición del vello axilar. Omi (El adolescente por el cual se siente atraído) resulta muy parecido en su descripción a Morita, el joven que se practicaría el Seppuku junto a Mishima, muchos años después. Esta marcada similitud despertará las suspicacias de sus contemporáneos que consideraban el Seppuku de ambos como Shinju (Suicidio de amantes). Dice el autor: “Sin duda fue la vista del pelo bajo la axila de Omi, lo que convirtió el sobaco en un fetiche para mi”.
El fetichismo se presenta como una desviación con respecto al objeto; en “Tres ensayos” Freud nos dice: “El sustitutivo del objeto sexual es, en general, una parte del cuerpo muy poco apropiada para fines sexuales (Los pies o el cabello) o un objeto inanimado que está en visible relación con la persona sexual, y especialmente con la sexualidad de la misma (Prendas de vestir, ropa blanca)”, y agrega posteriormente: “En la elección del fetiche se demuestra (···) la influencia continuada de una intimidación sexual experimentada, la mayor parte de las veces, en la primera infancia, fenómeno comparable a la proverbial capacidad de perdurar del primer amor en los normales”. Las citas de Freud nos remiten una vez más a la extraña relación de Mishima con su abuela.
Si volviéramos la mirada hacia el concepto de pulsión veremos como Freud distingue en “Las pulsiones y sus destinos” dos tipos bien definidos: pulsiones del YO (O de conservación) y pulsiones sexuales. Éstas últimas son numerosas, proceden de múltiples fuentes orgánicas, su objeto es contingente y su meta, la satisfacción pulsional. Presentan cuatro destinos posibles: sublimación, negación, transformación en lo contrario y orientación hacia la propia persona, de estas, nos interesan particularmente las dos últimas. La transformación en lo contrario presenta dos procesos: transición de lo activo a lo pasivo y transformación del contenido. La transición activo-pasivo se representa en el pasaje del atormentar (Fantasías masoquistas en la adultez). En vez de realizar sus sueños neuróticos en actos perversos, Mishima transita un término medio: representa, filma, actúa, se fotografía. Uno de los documentos más interesantes al respecto es la fotografía realizada por Kishin Shinoyama en 1966, en la que Mishima posa encarnando al “San Sebastián” del pintor Guido Reni. El San Sebastián de Mishima es una muestra más de que está actuando lo que escribe (Recordar la escena de la eyaculación frente al cuadro en “Confesiones”) la mayoría de los comentaristas señala que el “San Sebastián” de Reni ha sido durante muchos años un fetiche de los homosexuales... Pero pocos captan el sentido de las diferencias que introduce Mishima en su composición; en la fotografía hallamos tres flechas en lugar de las dos del cuadro, todas están manando sangre (Las del cuadro no); la flecha de la región subaxilar (Cuadro) se traslada al centro de la axila; una tercera flecha se aloja en la parte inferior del abdomen; la flexión de la cabeza es distinta, también la colocación de las manos, como nada en Mishima es casual debemos interpretar estas “Diferencias”; la sangre es necesaria pues su estética heroica de la muerte se sustenta en el valor de ella; además, como nos dice el protagonista de “La casa de Kyoto”,: “La sangre manando del cuerpo es un testimonio sin par de la conjunción entre lo interno y lo externo”. La tercera flecha señala el sitio por el cual habrá de comenzar Seppuku cuatro años después; la flecha desplazada hacia la axila encierra dos sentidos: rememora su temprano fetichismo con el sobaco como zona erógena y, casualmente, marca el número uno del canal del corazón (Gyokusen) en la medicina acupuntural japonesa. Shin, el corazón es, al mismo tiempo el órgano y la mente-espíritu. Gyokusen señala un desequilibrio del corazón y de la mente; al volverse doloroso, alerta sobre muerte inminente por paro cardíaco, o advenimiento de la muerte del espíritu, la locura: de más está decir que todo esto, Mishima lo sabe.
La posición de la cabeza varía, mirando hacia las ataduras de las manos, que son perfectamente visibles: en la literatura e imágenes sado-masoquistas las ataduras y ligaduras remplazan a las escenas de flagelación.
El deseo y la excitación al ver cuerpos masculinos se transforma en lo contrario: al ser mirado (Pasivo) reemplaza al mirar (Activo), desea formar su cuerpo y exhibirlo: a los 33 años, recién casado, se embarca en un estrictísimo entrenamiento atlético: practica boxeo, kendo, karate, equitación y físicoculturismo.
Dice de sí mismo: “Me amargaba el hecho de que sólo mi espíritu invisible, fuese capaz de crear visiones tangibles de belleza, ¿Por qué no podía convertirme a mi mismo en algo esencialmente hermoso que valiese la pena mirar?, para ello precisaba transformar mi cuerpo. Cuando el fin lo hube logrado me entró el ansia de mostrárselo a todos, de exhibirlo ante todas las miradas. (Prólogo a “Exposición postura en vida”).
La obsesión narcisista por la propia imagen aporta dos direcciones complementarias: verse y ser visto. El espejo es para los japoneses algo más que un instrumento de vanidad; es un medio para la meditación y el autoconocimiento. Las tres joyas o salvaguardas imperiales son aún hoy: la joya (Representa a Amaterasu, Diosa del sol), la espada representa el poder de las armas y el espejo la fascinación del autoconocimiento, la transparencia mental.
Los psiquiatras japoneses describen una variante de las vivencias de disuasión del YO propias del esquizofrénico; el intento constante por identificarse en el espejo, no reconociéndose en él. Esta tendencia a la contemplación la denominan “Síndrome del espejo”.
Exposiciones fotográficas, películas, teatro kabuki, reiteradas autobiografías son la visualización de un YO patológico dando rienda suelta a sus tendencias morbosas: una versión posible del síndrome del espejo, lo que parece producirse en Mishima es una cierta angustia narcisista, centralizada en la fragmentación y el vacío, que intenta combatir con todos los medios que el arte le proporciona.
Hay en él un marcado tedio de vivir, una profunda sensación de inadecuación que lo deja sólo. Esta soledad poco tiene que ver con la timidez o la dificultad para establecer relaciones. Casi al fin de su vida comenta: “Estoy al borde de la incomunicación”. Al no “Sentir” necesita corroborar su existencia “Viéndola”, condena de narciso ahogándose en su propia imagen. Un personaje de sus novelas dirá: “Ante el espejo sé que existo”. Hay un trasfondo desesperado en el intento de comprobar su existencia. Osamu, el actor de teatro enfermo de tedio de su novela “La casa de Kyoto” recibe la constatación de su propia existencia al recibir una pequeña herida por parte de su amante: “Nunca había tenido una verificación de su existir tan vigorosa como este relámpago de dolor, era dolor necesario lo que estaba necesitando”.
Dolor, placer, muerte configuran la base del cuadro narcisista que aqueja a Mishima. En “Las pulsiones y sus destinos” Freud define: “Nos hemos acostumbrado a denominar narcisismo a la temprana fase del YO, durante la cual se satisfacen autoeroticamente las pulsiones sexuales del mismo”. En la exhibición pública, busca el autor esa imagen de si que restituya la identidad como sujeto; pero amarse a si mismo, no es en Mishima un amor correspondido.
Las menciones a la relación entre su “nuevo cuerpo” y la muerte son muchas como para pasarlas por alto. En uno de sus tantos “autoanálisis” dice: “Además de buscar la armonía de una mens sana in corpore sano… desde mi infancia siento en mí un impulso romántico hacia la muerte; pero un tipo de muerte que requiere como su vehículo un cuerpo de perfección clásica… una figura trágica y poderosa con músculos esculturales es requisito indispensable para una muerte noble y romántica”. Esta confesión es de suma importancia para comprender aspectos de su futura muerte y porque la eludió en el pasado (Mishima fue convocado para morir como Kamikaze. Acudió asustado y en plena somatización febril, por lo cual no fue aceptado). En “Confesiones de una máscara” describe este episodio: “En cuanto me perdieron de vista desde la puerta del cuartel, salí corriendo (···) comprendí claramente que en mi vida futura jamás alcanzaría niveles de gloria que pudiesen justificar haber escapado a la muerte en el ejército”. El seppuku a los 45 años puede considerarse un sustituto tardío pero honorable de esta muerte gloriosa que esquivó de joven.
En “Sol y acero”, intenta una explicación del culto al cuerpo que profesa, justificando al mismo tiempo no haber cumplido con su deber patriótico y la entrega al físicoculturismo: “··· Toda confrontación con la muerte y una carne flácida me parecía un absurdo (···) en resumen, me faltaban los músculos acerados para una muerte romántica”. Durante una entrevista periodística dirá: “Trabajo tanto en el gimnasio porque pienso en morir pronto y quiero fabricarme un hermoso cadáver… lo digo medio en broma”. Citando a Freud “El YO es ante todo un YO corporal, no sólo una esencia-superficie sino él mismo, la proyección de una superficie”, este concepto nos permite comprender el papel de la mirada y del espejo: un espejo de doble faz que forma su superficie desde el sentimiento corporal y al mismo tiempo crea su imagen. Esta imagen sólo la puede crear con los auspicios de la mirada que lo hace testigo de la forma del semejante.
Mishima anuncia muchas su intención de suicidarse, su placer por verse retratado se traduce en una curiosa “exposición funeraria en vida”; muchas de estas fotografías lo muestran casi desnudo blandiendo la katana que utilizaría para abrirse el vientre. Actúa en la película “El rito del amor y la muerte” donde encarna al teniente Takeyama que se realiza un seppuku. (el guión se basa en su cuento “Patriotismo” inspirada en la religión de los oficiales en 1936 pidiendo que el Emperador volviera a reconocer su origen divino). La banda de tela (Hochimaki) que utiliza en las fotografías y que su personaje lleva en la película (tiene escrito en kanjis “Vive siete vidas para mejor servir a la patria”), es la misma que utilizará al tomar de asalto el cuartel general del ejército, secuestrar al generar Mishima y luego autoinmolarse.
Las implicancias políticas del seppuku de Mishima son mucho menos importantes que su significación psicológica. Me permito resumir este trasfondo político en unas pocas consideraciones:
1- Mishima funda un ejército privado para defender al Emperador: el Tatenokay o ejército del escudo.
2- La función de este grupo paramilitar es restituir al Emperador en el sitial que había perdido tras renunciar a su divinidad, al finalizar la segunda guerra mundial.
3- El autor no acepta literalmente la divinidad del Emperador, sin embargo, le reprocha haber renunciado a ella: es el símbolo y síntesis de la cultura nipona. Dice: “Con la deformación de la institución imperial Japón ha perdido su alma”.
4- Esta deformación arranca en el período de la restauración Meiji (Siglo XIX) cuando se destruye a la casta de los Samuraís. La rebelión de la “Liga del viento divino” contra los edictos del Emperador y la sublevación de 1936 son los modelos de la muerte gloriosa por el espíritu perdido del Japón tradicional.
¿Qué esconden estas racionalizaciones que culminan con el episodio del 25 de noviembre de 1970?
Durante la segunda guerra, Mishima tuvo dos contactos con la divinidad del Emperador Hiroito. La primera en la entrega de premios al mejor estudiante de la escuela de los nobles. La segunda, ya la hemos descrito: como escapa a la muerte al evitar su incorporación como kamikaze.
Como hemos señalado, la figura del padre es conflictiva es Mishima. El padre es una figura a quien asusta que su hijo se incline por la literatura. En “Confesiones de una máscara” se menciona al padre destrozando furioso los escritos de su hijo. El cuadro se completa con la madre que asiste angustiada pero sin poder hacer nada y el niño que permanece impasible esta situación genera una superposición de máscaras: una para el padre, otra para la madre y una última para la abuela.
Cuando Mishima, joven escritor, intenta abandonar el puesto que tiene junto a su padre en el ministerio de hacienda; este le hace prometer que será el mejor escritor del país. El joven lo promete y lo hará.
Mishima está dividido por la necesidad de satisfacer a dos padres: el biológico, al que logra complacer, y el Emperador, al que ha traicionado al no morir por él.
En “Narcisismo de vida, narcisismo de muerte”, André Green recorre las distintas versiones del mito de Narciso. En la versión de Ovidio, Narciso es hijo del Río Cefiso y de la ninfa Liriope. La ninfa eco se enamora de él pero es rechazada. Narciso se deja morir prendado de una imagen que ve en el agua y no reconoce como propia. Se enamora de la imagen paterna y rechaza a la imagen de lo femenino, la madre. En la versión Boecia, es amado por un joven al que rechaza; le regala una espada que éste utiliza para suicidarse. Narciso reconoce haber perdido su objeto de amor y también se mata.
En pausanias, tiene una hermana gemela que muere. El duelo lo lleva a reencontrar en su imagen el rostro de la hermana muerta. Una cuarta versión del mito, la da el escritor inglés Oscar Wilde en un pequeño relato llamado “El discípulo”: A la muerte de Narciso, el estanque que era si gozo se transforma en saladas lágrimas, las ninfas intentan darle consuelo: “No nos sorprende que lamentas así a Narciso, con lo hermoso que era”. El estanque se sorprende y pregunta si Narciso era hermoso. A lo que las ninfas contestan qué cómo no podía saberlo, si Narciso las abandonaba para contemplar su belleza en el estanque. A lo cual el estanque contestó: “Pero yo amaba a Narciso porque, cuando se acostaba a mi lado y se inclinaba sobre mi, en sus ojos mi propia belleza veía reflejada”.
En las dos primeras versiones rechaza el amor heterosexual y homosexual para amarse a si mismo; en la tercera ama a su mitad como a si mismo; en la versión de Wilde, Narciso es solo la superficie espejada en que otro narcisista se observa a si mismo.
Mishima complace a su padre convirtiéndose es el más grande de los escritores japoneses, e intenta aplacar la ira del Dios-Padre-Emperador (El Mikado descrito por Freud en “Tótem y Tabú”), padre cruel al que es necesario satisfacer con la sangre que no vertió al eludir el destino de “Viento Divino” (Kamikaze).
Mishima participa de las cuatro versiones del mito: satisface a su padre volviéndose sobre su propia imagen; anula su homosexualidad latente, amándose y odiándose a si mismo; construye una imagen cual hermafrodita en la relación con su madre, hermana y abuela. Desde la mirada de ese padre narcisista que es el Emperador al que reclama volver a ser Dios.
Como un espejo, su narcisismo se duplica una y otra vez: dos padres a los que servir (Azuma, su padre biológico e Hiroito, dios-padre), dos madres a quienes amar (su madre biológica y su abuela), dos “hermanas” (la que muere, y el mismo vestido de mujer por su abuela); incluso la instancia final, Morita, imagen de Mishima joven que debió dar su vida por el Emperador y el propio Mishima con 45 años, haciendo lo que debió hacer.

Bibliografía:

· J. A. Vallejo- Nágera. Mishima o el placer de morir. Ed. Planeta Barcelona 1987.
· Marguerite Youcenar. Mishima o la visión del vacío. Seix Barral. Barcelona 1985.
· Jack Seward. Harakiri (Ritual suicida japonés). Eyras S.A. Madrid 1988.
· Raymond Thomas. El zen y las artes japonesas. Visión Libros. Barcelona 1986.
· Luis Gregorich. Literatura y homosexualidad. Legasa. Bs. As. 1985.
· Sigmund Freud. Obras completas. Losada Bs. As. 1992.
· André Green. Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Amorrupto. Bs. As. 1986.
· Laplanche - Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis. Paidos Bs. As. 1996.
· Otto Fenichel. Teoría Psicoanalítica de las neurosis. Paidos Bs. As. 1966.